Nos seguimos movilizando: la revolución será feminista o no será

106 - Nos seguimos movilizando. La revolución será feminista o no será De mujeres Sin las amigas, nada. Mi vida siempre fue de mujeres. Me cuidaron y criaron mujeres. Mi mamá, mi abuela, las tías del jardín, mis profesoras, todas fueron mujeres. Quienes organizaron las juntas en ambos lados de la familia siempre fueron las muje- res. La urgencia de visitarse y mantener el contacto, el «qué necesitas y si no me lo dices lo adivino y te lo voy a dejar igual». Todas mujeres. ¿Y los hombres? Existían hombres, sí, pero lejanos. O vivían lejos o cui- daban de maneras menos íntimas, menos cercanas. Opinando y comentan- do, más que haciendo. Si bien tuve espacios mixtos de educación, la mayoría de mi vida la pasé solo con mujeres, con otras niñas. Por eso, cuando en la universidad vi hom- bres creyéndose superiores, diciéndome qué cosas no podía hacer o luego en el trabajo opinando sobre mí abiertamente, cosificándome, simplemente no lo entendí. No era para mí una realidad posible, el hecho de que un hombre desco- nocido se creyera superior. Pero en el mundo real este inimaginable escenario comenzó a ocurrir: «Cómemela enterita», me dijo un treintón a mis dieciséis años saliendo del colegio. «Es que si lo juegan las mujeres ya no es fútbol», me dijo un compañero de izquierda. «Yo milito en una organización feminista», me dijo la pareja que me violentó sexualmente. «Piensa en mi hijo», me dijo el profesor que me acosó. «Es que no estás diciendo lo que es, sino lo que tú crees que es», me in- terrumpió un ingeniero mientras dictaba una cátedra de género, justamente después del Mayo Feminista. ¡Y me aburrí! Me cansé de que los hombres me dijeran qué hacer en asuntos que claramente ni ellos pueden Me cansé de la hipocresía, la mentira, el autoengaño.

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