Salud mental universitaria: voces, trayectorias y prácticas situadas

SALUD MENTAL UNIVERSITARIA • 31 SALUDMENTAL UNIVERSITARIA Nuestra propuestametodológica de investigación del fenómeno El problema de la salud mental estudiantil en el contexto de la educación superior —así como en el medio nacional— expresa un problema complejo que condensa con- diciones sanitarias, subjetivas y psicosociales que afectan a este grupo poblacional. De estemodo, el fenómeno contempla encrucijadas que van desde formas difusas así como agudas de sufrimiento psíquico que se articulan con especificidades propias de la vida universitaria, tales como aspectos relacionales, prácticas pedagógicas, linea- mientos institucionales y hasta las más estructurales inconsistencias del sistema de educación superior (Aceituno, 2019). Son conocidas las discusiones respecto a las nociones de salud mental en tanto concepto esquivo y complejo. Más aún si consideramos que la representación de la salud mental ocupa un lugar cada vez más central en la vida social y muy probable- mente ello se deba a que congrega a un conjunto amplio de problemas que no com- peten únicamente al campo de la salud, sino a la sociabilidad en sí misma. Prueba de ello es el lugar que este significante toma durante el estallido social en Chile en octubre del 2019, donde fue posible ver a diferentes ciudadanos/as portar carteles en espacios emblemáticamente públicos, referidos a su salud mental y ligados con demandas por más justicia social. A estas alturas ya son añejas las referencias que sitúan a la salud mental como la ausencia de enfermedad. Más aún si consideramos la propagada definición de la Organización Mundial de la Salud (2018) que señala que “la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” (parr. 1). Definición que re-actualiza y pone en vigencia antiquísimas aproximaciones como por ejemplo la de Alcmeón (1981) quien consignaba a la salud como un “equilibrio de las fuerzas” (p. 251). En esa línea, en dicha declaración de la OMS también se destaca que “la persona realiza sus capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad” (parr. 2) . A continuación, agregan que efectivamente se trata de una definición con un “sentido positivo” donde el valor de un bienestar individual es condición de un funcionamiento de la comunidad en los márgenes de la eficacia. Perspectivas más críticas han denunciado las implicaciones de este enfoque, en la medida en que la salud es consignada como la adaptación a los fines productivos del sistema imperante totalmente subsumido en el modelo económico del capitalismo (Pa- vón-Cuellar, 2022); lo que naturaliza las exigencias propias de la sociedad de consumo sin dar cabida a los conflictos sociales y psíquicos que subyacen en tales coordenadas. Así, esta propuesta refiere un funcionamiento óptimo que se haría notar comomodu-

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