Salud mental universitaria: voces, trayectorias y prácticas situadas

274 • SALUD MENTAL UNIVERSITARIA nos, tales como el modelo político-económico o las referencias sociales predominantes. En consideración de ello, debemos siempre ser capaces de ir mirando cada logro y avance en la perspectiva de un proceso que se desarrolla de manera paulatina. En relación con lo descrito, en este aparta- do se plasman algunas consideraciones orien- tadas a proponer movimientos institucionales, que favorezcan el desarrollo de la saludmental comunitaria, demodo que ésta pueda avanzar hacia una mejor gestión: más participativa y coordinada con las distintas instancias forma- les dispuestas por la Universidad. Uno de los movimientos institucionales necesarios es la apertura de espacios parti- cipativos que promuevan el diálogo entre los/as diferentes actores/as de la comuni- dad. La disposición a reflexionar con otros/ as debe constituir un ejercicio democrático capaz de establecer lazos de confianza y po- sibilitar acuerdos políticos para el trabajo en la materia. La apertura a la consideración de la diversidad de opiniones e ideas debe pro- mover también la construcción de sentidos comunes que logren traducirse en políticas y acciones colaborativas. El favorecimiento de la participación del estudiantado en procesos que atañen a temas comunes constituye un importante acto de democracia, que además contiene un fuerte componente formativo. El rol que cumple la Universidad en el desarro- llo de una cultura democrática, que favorezca la participación y el emprendimiento de los/ as estudiantes en la vida universitaria, es una antesala a la vida social y política como ciuda- danos/as (Hernández y López, 2014). Ahora bien, la apertura a la reflexión co- lectiva y a las diversas consideraciones que pudiesen existir entre la comunidad constituye un ejercicio que someterá la noción de salud mental a cuestionamientos, reflexiones e ideas diversas sobre cómo entenderla y abordarla. En esta aventura, resultará preciso dar un lu- gar legítimo a otras miradas, que pudiesen ser divergentes y dispuestas a desafiar la norma, y arriesgarse a “des psicologizar” la perspectiva o abrirse a otras dimensiones y posibilidades. En consideración de esto, resultará necesario que la institucionalidad sea flexible y se abra al diálogo con aquellas eventuales concepciones y formas que exijan ser consideradas. El ejercicio de apertura a la consideración de aquella diversidad de nociones y formas traza un nuevo desafío que apunta al acuer- do de criterios comunes que aborden la salud mental a partir de unamirada integral, la cual balancee la atención clínica individual con el bienestar estudiantil asociado la vida univer- sitaria en todas sus dimensiones. Sin duda, el trabajo en esta materia debe sostenerse en la lógica de la participación, en la colaboración y en la responsabilidad comunitaria, demodo de diseñar planes y acciones que se ajusten a necesidades y problemas reales. Pues bien, la lógica de la colaboración y res- ponsabilidad compartida no solo debe traspa- sarse al estudiantado, sino que debe permear la estructura y las relaciones al interior de las propias subunidades institucionales interpe- ladas por el tema. La colaboración virtuosa y coordinada de las unidades de apoyo estudian- til y las carreras, debe alcanzar el nivel de lo or- ganizacional, y posibilitar acciones integrales y en red para atender las distintas problemá- ticas asociadas a la salud mental (DAE, 2019).

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=