Salud mental universitaria: voces, trayectorias y prácticas situadas
SALUD MENTAL UNIVERSITARIA • 273 Por otro lado, la Dirección de Asuntos Estudiantiles ha dirigido esfuerzos para la construcción de un dispositivo grupal, que permita tramitar de modo colectivo (en compañía de otros/as/es) algunas preocupaciones comunes del estudiantado. En este camino, hemos tenido algunas aproximaciones (experiencias de trabajo en grupo) donde se han visto resultados interesantes, las cuales constatan que la experiencia ha servido para la generación de lazos y el intercambio de ideas en torno a un problema común. La vivencia de compartir unmalestar con otros/as/es compañeros/as/es que se encuentran en situaciones similares permite que la angustia pueda tramitarse en conjunto. Con el propósito de graficarlo más claramente, se puede nombrar la experiencia con el grupo de estudiantes en etapa de finalización (Saavedra y Hurtado, 2020), esto es, que está cursando sus últimas asignaturas, en periodo de memoria o realizando su práctica. Sabemos (por diversos medios) que finalizar la carrera puede constituir unmomento angustioso paramuchos/as estudiantes, a razón de ello elaboramos una instancia colectiva para abordar las implicancias de dicha situación. Los resultados del trabajo arrojaron parte de los elementos señalados anteriormente, pero por sobre todo permitieron innovar y poner a prueba el modelo de trabajo grupal como un vector que se acerca a lo comunitario y se sobrepone a la idea de la tramitación individualizada de la salud mental. Una institución abierta a lo comunitario Tal y como ya se ha señalado, la Universidad de Chile ha desarrollado avances signi- ficativos en el ámbito de los Asuntos Estudiantiles. Entre éstos existen lineamientos que se han orientado al abordaje de la salud mental en específico, tales como las propuestas de salud mental comunitaria dispuestos por la Dirección de Salud, la contratación de personal especializado o la proliferación de iniciativas diversas en las diferentes unidades académicas (DAE, 2019). Sin embargo, muchos de los avances que se han realizado, aparecen como una reacción sintomática ante la falta de recursos para cubrir la numerosa demanda de atención clínica (individual) del estudiantado. En este contexto, lo comunitario ha surgido casi como una necesidad para res- ponder al creciente problema de la demanda por atención psicológica. Lamenta- blemente, su desarrollo no aparece siempre de forma coordinada con las acciones que se realizan formalmente en el plano de lo clínico. Estas dos dimensiones se dan muchas veces sin lineamientos claros que logren sostener un proceso integral, por lo que resulta frecuente reconocer iniciativas desarticuladas y sin un objetivo común. Ahora bien, la incorporación de la variable comunitaria comométodo para aten- der la salud mental constituye un proceso de transformación de largo plazo, que debe hacer frente tanto a la rigidez de la institucionalidad, como a factores exóge-
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