Salud mental universitaria: voces, trayectorias y prácticas situadas

230 • SALUD MENTAL UNIVERSITARIA talada en la arquitectura institucional (Gaba, 2020). Las prácticas restaurativas provienen de la justicia restaurativa, la cual contem- pla un cambio epistemológico en el tratamiento de conflictos, involucra “a todos/ as quienes tengan un interés en una ofensa particular, identificando y atendiendo colectivamente los daños, necesidades y obligaciones derivadas de dicha ofensa con el propósito de buscar distintos modos de resolución al problema entre las personas afectadas, el/a ofensor/a y la comunidad” (Zehr, 2015). Consideramos esta forma de entender y atender los conflictos estudiantiles, incluidos los asociados a problemáticas de género (Hurtado, 2022), ya que incluye un tercer lugar en la ecuación, la comunidad. Nos parece central esta noción, ya que tal como veíamos anteriormente, el trabajo en dispositivos psi para atender problemáticas de género en la Universidad es realizado entre un terapeuta y un paciente (Universidad de Chile, 2020), deja fuera la posibilidad de trabajar con la comunidad, lugar en el que en un primer momento se genera la situación y espacio en que el estudiante manifiesta principalmente su malestar (Hurtado y Williams, 2020). Este abordaje no quiere decir que se quite responsabilidad individual a los/as/es estudiantes de sus acciones, al contrario, dentro de los principios de las prácticas restaurativas, es central la capacidad de accountability o responsabilización afectiva (Karp, 2015; Marren Brown, 2020) de los/as/es estudiantes involucrados/as/es en las situaciones conflictivas; pero sí se enfoca en la relación y vínculo que se genera entre los/as/ es estudiantes y las comunidades educativas (Karp, 2015; Albertín, 2017), es decir, considera la responsabilidad comunitaria como foco central del trabajo (Allende, 2019). Esta consideración también nos permite pensar en una visión más amplia asociada al bienestar subjetivo estudiantil, al plantear la salud mental universitaria siempre en un contexto comunitario y colectivo (Allende, 2019), donde la posibili- dad de experimentar cierto nivel de bienestar subjetivo en el espacio universitario se condice con la posibilidad de sentirse a gusto en este, integrado/a/e de cierta manera y con un lugar en ese entramado social. Así también, el considerar a la comunidad, constituida por un curso, una carrera, o una organización estudiantil, entre otros, 3 hace imprescindible que la intervención esté validada para ellos, es decir, que ésta tenga sentido para sus miembros, por lo que los posibles acuerdos emanados del dispositivo tendrán también validación en dicho espacio social (Zehr, 2015). Las intervenciones posibles a realizar bajo el paraguas de prácticas restaurativas sonmúltiples (Schmitz, 2020), algunas de las que nosotros/as 3 El corte de donde empieza y termina la comunidad con quien se trabajará es artificial y depende de la situación abordada, por lo tanto son particu- lares en cada caso. Muchas veces se empieza trabajando con quienes se con- sidera la comunidad pero al avanzar se añaden nuevos miembros y desisten otros.

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