Salud mental universitaria: voces, trayectorias y prácticas situadas

SALUD MENTAL UNIVERSITARIA • 215 En relación al papel que podrían tener las comunidades, aparecen ideas como “criar en colectivo”, “turnos de cuidados” y “comaternar”, que hacen referencia al establecimiento de redes territoriales que contribuyan a compartir la crianza y ali- vianar la carga de las responsabilidades de cuidado. Para avanzar en este objetivo, las estudiantes plantean la necesidad de fomentar la generación de espacios comunes que permitan el encuentro con otros/as y que favorezcan diálogos sobre nuevas formas de pensar el cuidado en nuestra sociedad. Por último, en relación al lugar de las familias, la participación efectiva y equitati- va del padre en las tareas de cuidado se posiciona como la principal demanda de las estudiantes, que plantean la urgencia de avanzar en términos de corresponsabilidad parental como primer elemento para imaginar una forma más justa de distribuir las responsabilidades de cuidado, y exigen un cambio rotundo en la implicación de los varones. Sumado a esto, emerge también la necesidad de contar con núcleos familiares fortalecidos que contribuyan al soporte emocional de las estudiantes, que promuevan especialmente la generación de redes de apoyo entre quienes sonmadres en cada familia y conocen las dificultades que conlleva esta labor en nuestra sociedad. Así, es posible dar cuenta de la existencia de una brecha importante entre las expectativas planteadas por las estudiantes y la realidad de su experiencia como cuidadoras, que evidencia un posicionamiento como sujetas en el discurso sobre el cuidado, para el que aún quedamucho por avanzar para que sea una realidad. En ese sentido, pese a que las instituciones llevan décadas desligándose de su responsabi- lidad social, aún queda ilusión para aspirar a un Estado que sea garante frente a las necesidades de cuidado y que ponga en el centro el sostenimiento de la vida. REFLEXIONES FINALES Lo que nos plantean los dichos de las entrevistadas es que en el presente se sigue na- turalizando la organización de los cuidados en la crianza como tarea primaria de las mujeres. Sin duda, la pregnancia de lamaternidad es uno de los dominios más férreos de los mandatos de género que atraviesan a las mujeres; no solo por las demandas de otros/as sino desde ellas mismas, y no solo como responsabilidad sino como deseo de crianza. No obstante, naturalizar que el cuidado y la crianza son responsabilidad de las madres favorece ocultar que las instituciones como la Universidad y la familia si- guen reproduciendo la división sexo genérica de las tareas sociales y obtura construir lugares de problematización de las condiciones de posibilidad de tal reproducción. Así entonces, las condiciones sociales y culturales, que hicieran posible que las mujeres ingresaran a la educación superior, son negadas por las propias prácticas

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