Cuentos en periplo: campaña "Besa la vida, cuida tu boca"
¡LÍMPIATE Y BESA! Autora: Grace Agosin Galdames Como a los 15 fue de los primeros en ponerse frenillos en una época en que no era usual. Los antiguos eran muy feos, pero claro que era necesario para la ensalada de dientes que tenía. Eran caros, pero tenían que ver con una buena salud dental de adulto y sus padres hicieron el sacrificio. Como lo conocí de chico sabía que su mamá lo perseguía para lavarse los dientes. Lo odiaba. Se lo decía 10 veces hasta que lo hacía ¿Qué costaba? ¡Lávatelos o te van a salir caries!, decía yo. Frenillos y falta de higiene fueron una combinación fatal. Dentro de esos pequeños pedazos de metal, se acumulaba la comida y con ello el mal aliento, que con el pasar de las horas en clases se volvía insoportable. Mientras las bacterias hacían su trabajo, logrando crear una verdadera capa de saliva blanca que se pegaba a sus labios, los amigos lo rehuíamos. Nadie se atrevía a decirle que la comida que estaba atascada en sus frenillos por falta de higiene seguramente quintuplicaba la cantidad de bacterias que todos tenemos pero que controlamos con un simple lavado al menos cada 8 horas. Venían las “fiestas de 15”. Los hombres invitaban a las mujeres en ese entonces y nunca le aceptaron la invitación. Queríamos decirle, pero era tan obvio que nos parecía innecesario. También nos daba vergüenza ajena...para qué vamos a negarlo. Cuando fue su propia fiesta de 15 ya no era posible rechazar la invitación. Todos los compañeros de curso asistieron. Ese día, sin embargo, se notaba que se había esmerado. Su vestimenta, peinado, zapatos nuevos, todo relucía: sus frenillos también. Uno de sus amigos había llevado a una amiga (sin ventajas como se dice ahora) y ambos conversaron largo rato en la terraza que tenía una impresionante vista a todo Santiago. Después de un rato: un beso. Era su primer beso. No podíamos parar de mirarlo. Se extendió por largo rato. Se tomaron de la mano y miraron la ciudad. Intercambiaron teléfonos. Estábamos felices por él y esperábamos que eso lo alentará a mantener su boca impoluta. 60
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