Cuentos en periplo: campaña "Besa la vida, cuida tu boca"
PRIMERA PALABRA Autor: Bryan Ignacio Saldías Salgado Concreto...concreto y acero, como la carne y los huesos, el acero sostenía y el concreto daba forma, esa manera uniforme en la que nacen los faros que brillan como el sol para no dejar nunca dormir, para nunca parar, para ir de allí para acá, para no dar tregua a las voces que nos llaman en nuestro interior, para ocuparnos del aquí y el allá sin decir nada...nada, una metrópolis que nunca decía nada y que sin embargo, de ella se puede decir de todo. Desgraciadamente, supongo que desgraciadamente para todos, yo ya no pertenecería a esta urbe primogénita de la tecnología vanguardista...caminaba a casa, todos se escribían mensajes, todos recibían propagandas en sus ''celulares de identificación personal''… todos menos yo. Abrí la puerta de casa, el camino fue angustiante, las voces de mi cabeza me turbaron durante todo el trayecto y me parecían tan inquietantes como sorprendentes. Mi madre pasó por enfrente mío hacia la cocina, me envió un mensaje preguntando donde había estado. Su mirada de inquietud se dirigió hacia mí cuando el mensaje fue denegado desde el servicio central. Me hizo un gesto apuntando hacia su CIP como preguntando donde estaba el mío. No lo tenía, me encogí de hombros, intenté articular cosas que de mi cabeza querían salir por mi boca, pero no sabía cómo hacerlo, nunca nos enseñaron, necesitaba un teclado para explicarme y mi madre por primera vez en su vida me tomó y camino conmigo mirando hacia donde iba. Me sentó en una silla y trajo en un par de minutos una maquinaria rara, tenía un teclado parecido al global para los CIP, pero algo más rústico. Mi madre encendió el aparato y una pantalla se proyectó, enseguida tecleó ''comandos'' y un ''papel'' virtual me daba paso a escribir, me sorprendió ver el diseño que tenía aquel programa, según sabía estas máquinas contenían programas inspirados en el diseño y formato real de lo que alguna vez fueron ya los extintos ''papeles''. -Perdí mi CIP. - tecleé en los duros botones. - ¡¿Cómo has perdido tu CIP?!¡DONDE ESTUVISTE! -tecleó mi madre después que yo. Sus dedos se clavaban con furia. -Nosé donde quedó. -Imposible. La primera regla es no desentenderse jamás tu CIP. ¿Qué estabas haciendo? -Yo… Escuché algo, algo que no era el sonido de las teclas... - ¿Escuchaste risas? ¿Dónde las escuchaste? sabes que eso es penado por ley. -pulsó mamá desesperada. 49
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