Cuentos en periplo: campaña "Besa la vida, cuida tu boca"
El problema fue, cuando tu cara volvió a ser seria, volviste a esa tonalidad pálida y dejaste de mover tus pulgares, empezaste a mirarme de pies a cabeza como cuestionándote algo, pero no me contaste nada. Todo estaba relativamente bien, de hecho mejor de lo que esperaba. Cuando te dije que lo mejor era que nos volviéramos a nuestras casas, empezando un nuevo ciclo, me di cuenta de algo: Tus ropas estaban sucias, de al menos unos dos días, no te habías echado colonia y no tenías hecho tu delineado, algo andaba mal. Decidimos un último beso, un último cariño sería el tope a la relación, pondría fin a nuestras fotos en redes sociales, los “buenos días”, las salidas a comer, los estudios, los “regaloneos”. Acercamos nuestros labios y sentí tu aliento, no te habías cepillado desde la noche anterior. Eso no me molestó, de hecho, me respondió todo; no sabías a lo que venías, no te habías arreglado, no pensabas en despedirnos, en dejar todo hasta ahí, no pensabas en la melancolía y la nostalgia de nuestras primeras salidas y besos. No esperabas nada de todo lo que había pensado. Tu cara seria, tu aliento, tus ropas, me hicieron arrepentirme. Sin embargo, ya estabas tomando la micro, entre un par de lágrimas, estabas pensando que todo estaba bien, relativamente bien. 45
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