Cuentos en periplo: campaña "Besa la vida, cuida tu boca"
siempre repetía que uno es esclavo de lo que dice y dueño de lo que calla. Al final, terminamos ambos siendo presos por lo dicho. No había vuelta atrás y lo mejor era dejar partir. Tiempo después, me dediqué a recordar los hechos trascendentales y también los elementales, armando el rompecabezas de lo emotivo, para sacar lo más trascendente y llevarlo a la vida nuevamente al enseñarles a otros lo que alguna vez asimilé. A toda persona que conozco le hablo del amor que hay que tener por nuestro cuerpo y sobre todo a la boca, la que nos representa ante el mundo en imagen y sonido. Por eso estoy convencido que la boca tiene memoria. Todo lo aprendido, practicado, besado, comido, expulsado y dicho pasa por su filtro inexorable que al final del día, deja un surco indeleble en la memoria. Más allá de que hoy no estamos juntos, todo lo que pronunciamos no se lo llevó el viento. Nuestro cuerpo atestigua el pasado y tiene registro de lo que al final nos acompañará más allá de este momento. Gracias a ti comprendí que el amor es la preocupación por el otro, sin condiciones, solo motivado por la finalidad de hacer que la vida de esa persona sea mejor. En esas acciones cotidianas que para algunos son intrascendentes, está la esencia de todo. Tu boca entrega el sonido de las emociones, decías siempre. Ahora me queda claro. Mis palabras atesoran el aprendizaje ganado. Tu regalo fue lo que aprendí de ti. Nuevamente, gracias. 41
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