Cuentos en periplo: campaña "Besa la vida, cuida tu boca"

—¿Sabías que esos no son los únicos sabores que existen?, —me dice—, hay otros nuevos que están investigando para re catalogarlos. Aparte de los dulces, salados, ácidos y amargos, ahora están estudiando los picantes, los astringentes y los grasos. Hay un nuevo sabor que se llama umami. «Umai» que quiere decir delicioso y «mi» que significa sabor. Lo descubrió un japonés estudiando las algas y aisló el ácido glutámico, que hoy conocemos como sazonador, que en realidad es un potenciador de sabores que estimula ciertos receptores en la lengua. Mientras comentaba esto, ya tenía las cavidades resueltas dentro de mi muela, e introdujo agujas que hicieron de contraste para la placa de rayos. Eran enormes, larguísimas. Yo intuía que me detestaba y esta era su forma de practicar Vudú en mi mandíbula. —Vas a tener que revisar cuáles son tus hábitos que están haciendo que seas una máquina de generar caries. En algo estás fallando. —dijo él. En aquella época tenía razón. Dejé de ser una “cariadora serial” cuando bajé mi ingesta de carnes, masas, eliminé el azúcar y descubrí una cosa gloriosa. Cuando se introduce algo nuevo, se genera un rechazo en la sociedad, por la derecha, la izquierda, la iglesia; si no es nada de ello probablemente sea ilegal, y si no, quiere decir que engorda. ¡Pero no es el caso!, me hice amiga de un endulzante natural del abedul, con el mismo sabor que el azúcar, que reduce hasta un 80% las placas y caries dentales inhibiendo el desarrollo del Streptococcus mutans y en niños el Streptococcus pneumoniae, disminuyendo a la mitad las infecciones de oídos y senos nasales. Baja el nivel de azúcar en sangre, y es funguicida. No deja que se multiplique el hongo de la Candida Albicans. Por si no fuera poco, tiene un 40% menos de calorías que el azúcar normal. —Ya terminamos con la muela, ahora hacemos la limpieza y vas a poder descansar por mucho tiempo. —me dice Cristian. —¿Cómo es el sabor umami?. —le pregunté. —Es muy sutil, pasa más desapercibido que los demás sabores que conocemos, estimula ciertas zonas de la lengua, como cuando uno come algo con una textura deliciosa, cremosa. Más que un sabor en especial es una sensación placentera. No es fácil dar un alimento como ejemplo, es algo que estimula y potencia los sabores que nos dan placer. —¿Y un beso en la boca puede ser umami?. —pregunté con inocente picardía. Y vi como temblaban sus manos, inundadas de adrenalina. Me dio pena y ternura. Él fue el culpable, él sonrió primero, y así fue que tomé yo la iniciativa. Por más sutil y tímido que hubiera sido, el beso fue doloroso y agridulce, pero las sonrisas que vinieron luego fueron umamis. Hay una casita en el campo, dos niños, tres perros y cinco gatos, que dan cuenta de aquello. 24

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=