Cuentos en periplo: campaña "Besa la vida, cuida tu boca"
¿POR QUÉ NO SONRÍES? Cuando era pequeña Valentina escuchó hablar a su abuela con su madre, ésta le decía a su hija que todos los problemas tenían solución y que siempre debía recordar lo que dijo el maestro Jesús cuando sus discípulos miraban con asco a un perro muerto y comentaban el olor putrefacto que emanaba. Jesús sólo pudo ver el lado amable de esa escena y les comentó a los hombres que observaran sus dientes, los cuales brillaban como perlas con el reflejo del sol. A Valentina le resonaron aquellas palabras durante muchos años y más aún cuando de adolescente se miraba al espejo y veía que su dentadura no era perfecta ni menos brillante, por lo cual hace mucho tiempo ella había decidido dejar de sonreír aun así tuviera muchas ganas de hacerlo. Cada vez que miraba el reflejo de su sonrisa se preguntaba: ¿por qué sí incluso a ese pobre perrito le brillaban como perlas sus dientes, a ella no?, ¿por qué tengo que cargar con esta horrible dentadura?. Y así fue pasando el tiempo y ella se veía cada vez más triste sin razones aparentes para estarlo. Un día su madre muy triste por ver a su hija siempre seria se acercó a su pieza para tener una conversación de corazón a corazón. Se sentó en su cama, le tomó las manos con delicadeza y le preguntó con lágrimas en los ojos por qué había dejado de sonreír hace tanto tiempo, le suplicó que le dijera qué era lo que estaba pasando en su corazón y cómo podía ayudarla. Valentina le soltó las manos con rabia, se levantó de la cama y mirándola directamente a los ojos le gritó con rabia junto con mostrarle todos los dientes a su madre la cual la miraba con asombro y sin dejar de llorar: - ¿Realmente piensas que puedo andar por la vida sonriendo si tengo la dentadura más fea de mi curso, de mi familia, de mis amigos?, por favor mamá, tú no puedes llegar a comprender cómo se siente si tienes una hermosa sonrisa, la cual claramente yo no heredé y por la que ustedes nunca hicieron nada para mejorarla diciéndome siempre que era muy costoso ponerme frenillos. Pues bien, como nunca han podido hacer algo por mi problema yo decidí dejar de sonreír para no pasar vergüenzas, para evitar las burlas, para que no me hieran y ahora por favor te pido que salgas de mi pieza y comprendas que tu hija nunca va a sonreír. En ese momento su madre sentía que se le destrozaba el corazón al ver a su hija en ese estado y al darse cuenta de que el hecho de nunca haber llegado a comprender el sentir de su pequeña y hermosa hija por su boca, había desencadenado ese nivel de tristeza, de vergüenza y de rabia contra ella misma y con el mundo. Abandonó la habitación y cerró suavemente la puerta mientras escuchaba a su pequeña llorando desgarradamente. Sintió que era la peor madre por no haberse dado cuenta a tiempo del gran dolor que sentía Valentina y a punto de desmayarse de tristeza llegó a su cuarto en el cual estaba su esposo quien la miró con asombro y salió corriendo para sostenerla entre sus brazos mientras se desvanecía. Pasaron unos minutos hasta que volvió a 14
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