Ensayando (im)posibles

66 Una vez finalizados los trámites administrativos para cerrar los compromisos con los Fondos de Cultura y con la absoluta certeza de que el nuevo camino que tomó la obra hace que esta siga sucediendo (es decir, no está realmente cerrada), me permito enumerar un pequeño manifiesto temporal. Es un manifiesto porque pretendo recordarlo claramente en un nuevo proyecto y es temporal porque es muy posible que cambie de opinión sobre estas cosas. Al menos de algunas. Pero, por el momento: 1. No volver a postular a la línea de creación de los Fondos de Cultura. En la experiencia que he relatado, la rigidez en las proyecciones de una obra atenta fuertemente contra los procesos creativos. Podría reconsiderarlo si tuviera un proyecto tan definido que sólo necesite el financiamiento para su ejecución. Pero, de ser así, ¿dónde queda el espacio para la experimentación, el error, la frustración y la búsqueda? 2. A veces (muchas veces), la solución de una obra tiene que ver con un problema de escala. Escala material y escala simbólica. Coeficiente artístico llamaba Marcel Duchamp a aquella diferencia entre lo que se pretendía hacer y lo que se hizo, y entre lo que no se tenía la intención de hacer y, sin embargo, terminó sucediendo. 3. En su libro Esferas de la insurrección (Buenos Aires, Tinta Limón, 2019), la pensadora brasileña Suely Rolnik hace algunas sugerencias para desprogramar el inconsciente antropo-falo-ego-logo-céntrico. Me quedo con tres: “No ceder a la voluntad de conservación de las formas de existencia y a la presión que esta ejerce contra la voluntad de la potencia de vida y su impulso de producción de diferencia”; “no atropellar el tiempo propio de la imaginación creadora, para evitar el riesgo de interrumpir la germinación de un mundo”; y, por último, “no negociar lo innegociable”, es decir, resistirse a aquellas formas que precarizan la experiencia. Espero que así sea. Espero recordarlo. Espero no desdecirme. Santiago, 2022. CAPÍTULO 1 EL FUTURO CONSTITUIDO