Ensayando (im)posibles
60 la vinculación entre dos formas de pensamiento y sus articulaciones formales no pudieran tener un eco en la enorme carga de incertidumbre de los últimos meses. Una situación sin lenguaje. O bien, de un lenguaje que no fui capaz de codificar. Abandoné el proyecto. Para llevar a cabo el proyecto me adjudiqué un Fondo de Cultura, línea de creación, ese mismo año 2020. La postulación, que de manera excepcional y por motivos de la pandemia se simplificó y no otorgó más que el ítem de honorarios (es decir, con los recursos destinados a pagar el trabajo creativo, se debían cubrir los gastos en materiales), hacía hincapié en la experimentación tanto visual como poética de la obra, lo que dificultaba enormemente la proyección exacta de resultados, impacto e, incluso, formas de circulación y difusión. Las exhibiciones, por otra parte, serían sólo de carácter virtual: no habían en ese momento galerías ni museos abiertos al público. ¿Cuál era la diferencia exacta entre montar una obra en la versión virtual de tal o cual sala y subirla, por ejemplo, a mi sitio web o mis redes sociales? ¿De qué manera la institución artística se estaba acomodando en las instancias de exhibición, la relación con el público y la promoción de las artes visuales? De la misma forma, ¿cómo se veía afectada la materialidad de la obra, que no era precisamente una obra digital? Y peor aún: ¿cómo podría dar cuenta de reflexiones visuales y poéticas en torno a la idea del horizonte, rendirlas, con una planificación asociada, en 6 meses, como si el proceso creativo se mantuviera invariable en una carta Gantt ante los enormes cambios y sensibilidades del contexto? En medio de una conmoción mundial de carácter social, político y económico, la verdadera utopía del orden universal la representaban los formularios y procedimientos de los Fondos de Cultura, al nivel extremo del absurdo. Como era de esperar, no logré concretar la investigación en los 6 meses exigidos. Ni en un año. Pedí dos veces la extensión del plazo de rendición. Para la última vez ya la exigencia de “rendir”, que es el desafortunado nombre técnico de la entrega de los documentos que acreditan la CAPÍTULO 1 EL FUTURO CONSTITUIDO
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