Ensayando (im)posibles
54 Dos El estallido y la pandemia nos obligaron a actuar más allá del sí mismo establecido, en un caso excesivo de aceleración y en el otro exceso de anacronía. El espacio social fue herido por acontecimientos que especularon sin descanso con la persona y las estadísticas. Ambos hechos interrumpieron el consenso existencial de las imágenes diseñadas para la obediencia y el consumo. Y parafraseando a Plotino, por un instante, el tiempo fue la sensación de caer –no desde la eternidad– sino desde la oscura máquina del trabajo sin horizonte. De alguna manera algo se ha ido mientras queda, persevera e insiste en desdoblarse, se comporta como si fuera imposible de definir y, aunque quieto y mudo, rompe los días, nunca exhibe el rostro azaroso del que se alimenta. Tres Las imágenes políticas –no las apodícticas– evitan reproducir la hipotética belleza del orden y, al contrario, buscan hacer visible la difícil posición de los pueblos en la estructura de la historia. El estallido y la pandemia se entrelazaron sin voluntad, sin premeditación, sin embargo habitaron los mismos segundos: no la misma actualidad. La pobreza –gracias a la digitalización de la experiencia– se disfrazó de homogeneidad telemática. YouTube fue la clínica de las imágenes donde los signos se volvieron virus y mercado libre. La velocidad se lleva todo y deja hebras, polen, fatiga transparente suspendida en el aire. Encontrar en las minúsculas partículas las magnitudes de la emancipación desafía al conocimiento atascado en las indexaciones y la contabilidad. “En cultura, las obras originales y totalmente prodigiosas son comparables a una bomba que cae en una ciudad perezosa, en la que todos están sentados ante una cerveza, llenos de sabiduría, y no sienten que es justamente su lúgubre bienestar el que ha provocado el estruendo” (Hegel, 1970: 550). EL FUTURO CONSTITUIDO CAPÍTULO 1
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