Ensayando (im)posibles

113 procesos creativos y de colaboración horizontal, bajo el alero de una instalación espacial transitoria capaz de transformar lugares y realidades desde la emocionalidad, abriendo un espacio-tiempo que responde a la ancestral idea del ágora y el fuego central. Así entonces, hemos estado al lado de la animita, de los espacios por recuperar, de las balas, del almacén de la esquina, de las siempre noveles personas adultas mayores, de los parados entre miles de rayas y colores de los muros, entre la infantil sonrisa y la adusta mirada de la “gente grande”; hemos buscado desencadenar y jugar a la “alegría de hacer”, inspirados en que “actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable” (Galeano, 2006), que no se puede medir bajo la lupa de una econometría enfocada en cantidades y productos, sino más bien en sentir las emociones y sensaciones en la piel bajo la convicción de descubrir nuevos indicadores de procesos creativos 1 . O como indica Paulo Freire: “la concientización implica que, cuando el pueblo advierte que está siendo oprimido, también comprende que puede liberarse a sí mismo en la medida en que logre modificar la situación concreta en medio de la cual se percibe como oprimido” (Freire, 1974, 25). He tenido la suerte de contar con un territorio específico, de casi cien mil habitantes, un lugar con clara vocación popular como la comuna de San Joaquín en Santiago de Chile, mi propio lugar de nacimiento, un asentamiento humano heredero de una permanente periferia con el arrastre natural de tensiones e irrupciones forjadas en la calle como terreno fértil. Aquí he enfocado mi quehacer en facilitar la instalación de un proceso de acción-educación artística contextual 2 . 1 “La emoción que funda lo social como la emoción que constituye el dominio de acciones en el que el otro es aceptado como un legítimo otro en la convivencia, es el amor” (Maturana, 1992, 24). 2 “Un proceso cultural positivo, se basa esencialmente en esa capacidad de procesar esos conocimientos y de activarlos con un profundo sentido ético, que los pone al servicio del desarrollo de la comunidad y no al exclusivo servicio de nuestro bienestar personal. Los conocimientos se transforman en herramientas eficaces para el desarro- llo cultural personal y social, cuando los usamos no tanto para servirnos de ellos para sobresalir de los demás, sino para servir a los demás a través de ellos.” Claudio di Girolamo: “Discursos cultura, educación y universidad”, Revista Universum No 20 Vol. 1: 297 - 308, 2005. CIRKA... ARTEFACTO CULTURAL COMUNITARIO. EMOCIONES PARA TRANSFORMAR

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