Agresiones sexuales: reflexiones acerca de la intervenciones psicológicas. volumen VI

361 Profesionales que intervienen con agresores sexuales: Impacto del trabajo y directrices de prácticas de cuidado Andrea Castro, Marcela Soto Ya en 1990 es utilizado por primera vez por McCann y Pearlman para describir los cambios generalizados que sufren los clínicos al trabajar con personas que han experimentado al- gún tipo de trauma sexual (Way, Vandeusen, Martin, Applegate y Jandle, 2004). Diferentes estudios al hablar de traumatización vicaria hacen referencia a que es un padecimiento que produ- ce cambios permanentes y profundos en los ámbitos emocional, mental y del comportamiento en los profesionales, a consecuen- cia de la exposición prolongada en el tiempo a las experiencias traumáticas de sus pacientes (Lee et al., 2010; McCann y Pearlman, 1990; Way et al., 2004). También se ha mencionado la existencia de tres elementos que facilitan la unión empática entre el profesional y el usuario y fomentan el desarrollo de la traumatización vicaria. 1. Compromiso empático y exposición del terapeuta a mate- rial gráfico y traumático. 2. Compromiso empático y exposición del terapeuta a la rea- lidad de la crueldad humana. 3. Participación del terapeuta en la reconstrucción traumáti- ca en donde las respuestas del cliente vuelven a establecer elementos de su trauma dentro del proceso de la terapia (Kadambi y Truscott, 2004, p. 261) Además de estos tres elementos, se han descrito característi- cas claves del padecimiento de traumatización vicaria en los pro- fesionales, que incluyen a) un impacto profundo y extenso en el profesional, afectando cada uno de los aspectos de su vida; b) un efecto acumulativo que va aumentando a medida que se extien- den los periodos de exposición y c) la existencia de posibles efec- tos permanentes en el profesional (Moulden y Firestone, 2007). Si bien McCann y Pearlman (1990) desarrollan el concepto para hablar de los efectos producidos por el trabajo con sobrevi- vientes de agresiones sexuales, otros autores afirman que también es posible aplicarlo al campo de los profesionales que trabajan con agresores sexuales (Kadambi y Truscott, 2003). Al igual que con el síndrome de burnout, para poder medir la traumatización vicaria se han construido diferentes

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