Agresiones sexuales: reflexiones acerca de la intervenciones psicológicas. volumen VI
339 “Yo también quiero decir algo”: Abordaje de la terapia grupal para hermanos y hermanas de víctimas de agresiones sexuales... Karina Saldías, Natalia Villanueva Los hermanos como víctimas indirectas Cicirelli (1994, como se citó en Baker et al., 2001) indica que la relación fraterna es una relación social de crítica importancia. Esto debido a su longevidad, naturaleza igualitaria y un contexto común. Caffaro y Conn-Caffaro (2005) puntualizan que en el cur- so del desarrollo la fratría es una oportunidad, considerando que usualmente se interacciona primero con un hermano que con pares. Sin embargo, esta no siempre es una relación libre de con- flicto, siendo la rivalidad entre los hermanos —usualmente aso- ciada a diferencias percibidas en el trato por parte de las figuras significativas— un proceso natural: de esta forma la interacción entre hermanos ofrece la posibilidad de aprender tanto puntos comunes como a diferenciarse. Dada la relación establecida entre los hermanos, es impor- tante destacar la importancia de la visualización de los hermanos en el proceso familiar de reparación de la agresión sexual. De acuerdo con Bake, Tanis y Rice (2001) si bien se observa una falta de estudios conclusivos respecto a la importancia de incluir a los hermanos en los procesos terapéuticos relacionados con las con- secuencias de la agresión sexual, existirían razones tanto teóricas como prácticas para ello. Por otra parte, Arriagada y Thiers (2005, como se citó en Espinoza et al., 2011) indican que a largo plazo los efectos producto de las consecuencias asociadas a la agresión sexual de una persona cercana pueden conllevar a la aparición de sintomatología, pudiendo adquirir características postraumá- ticas. De acuerdo con la investigación realizada por Espinoza et al. (2011) las vivencias de los hermanos de las víctimas asociadas a la develación cursarían en dos fases —similares a lo observado en víctimas directas—: en la primera fase se observaría una reacción de sobrecogimiento, seguido de pensamientos de incredulidad y pobreza de reacción, y una segunda fase en que surgirían viven- cias afectivas de mayor intensidad tales como dolor, rabia, impo- tencia, culpa y miedo. A partir de lo descrito y de la literatura revisada fue posible sintetizar diez aspectos por los cuales la intervención terapéutica del hermano no agredido sería no solo pertinente, sino éticamen- te correcta (Tabla 1):
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