Agresiones sexuales: reflexiones acerca de la intervenciones psicológicas. volumen VI

234 Agresiones sexuales. Volumen VI . Elías Escaff Silva. como lenguaje; pero en un plano más regresivo, cuando la pala- bra no es posible o ha sido silenciada desde muchas formas de censura o represión, aparece el síntoma psicosomático —anoréxi- co, bulímico o automutilatorio—, como una forma más primitiva de lenguaje corporal (...) (Gempeler et al., 2007, p. 241). Continuando, Rodríguez, et al. (2007), en un estudio sobre el análisis de las narrativas de pacientes con TCA, encontraron que estos presentaban vivencias de vergüenza, culpa o castigo. Así, observaron que los sentimientos de culpa inapropiada, el autorre- proche, las fantasías de castigo y retaliación, el asco y la vergüenza suelen ser componentes comunes tanto en los trastornos depre- sivos como en aquellas personas que han enfrentado situaciones traumáticas. Agregan que la experiencia traumática vulnera la capacidad del yo y sus mecanismos de defensa, generando com- portamientos regresivos que producen modificaciones más o me- nos permanentes del sí mismo, que podrían expresarse en culpa, vergüenza, temor y odio. El trauma psíquico resulta entonces del arrollamiento que el sujeto experimenta por lo incontrolable de la experiencia traumática, que supera la capacidad de respuesta adaptativa y elaboración del yo. A su vez, Murray y Waller (2002, como se citó en Rodríguez et al., 2007) han señalado que en las pacientes con TCA la vivencia del cuerpo puede ser fuente de ex- periencias vergonzosas, amenazantes o generadoras de culpa. En este sentido, refieren que la vergüenza derivada de los cambios corporales producidos en la pubertad o de otras experiencias como el abuso sexual temprano, el maltrato físico u otras ame- nazas a la integridad corporal, pueden representar emociones negativas ligadas a la conciencia de un yo corporal sentido como defectuoso, inferior, ineficaz, que pierde el aprecio o no lo mere- ce. Así, las vivencias de vergüenza o culpa se reflejan, por ejemplo, en el secretismo con la cual es vivido todo lo placentero, incluido el mismo acto de comer. El aislamiento social, las purgas o los episodios de autodaño se erigen como elementos expiatorios que pueden sentirse como un castigo merecido e inevitable y que le dan sentido al síntoma. De esta manera, se cierra el ciclo entre experiencia traumática (vergüenza–culpa–ineficacia) y el castigo

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