La vida de las mujeres teporeras de la región de O'Higgins: hogar, trabajo y salud

52 ahí mismo, vamos remedios, remedios. Me automedicaba para poder seguir, porque yo necesito generar lucas para mis hijos.” Fernanda dice que quiere ver a sus hijos “triunfar”. “Quiero que mi hijo se titule”, aclara, “yo le digo a mi hijo que no quiero que se repita la misma historia de nosotros. Porque nosotros hemos estado muy apretados econó- micamente por no haber tenido una profesión, no haber tenido una pega estable, siempre trabajando en el campo, ganando bueno, a veces a medias, a veces ¡mal! Comiendo bien, comiendo mal de repente, con el frío, con el calor. No quiero que se repita la misma historia.” Durante el período más intenso de la pandemia por el COVID-19 (2020 y 2021), las mujeres del estudio relatan que siguieron trabajando como siem- pre, a pesar del riesgo de contagiarse. Las faenas no se detuvieron, ellas cuentan, excepto que cambiaron algunas medidas de seguridad. Estas nuevas medidas transformaron algunas dinámicas de relaciones laborales, ya que disminuyó el contacto social. Eso hizo que el trabajo se hiciera más solitario, y, por ende, menos estimulante. La presión por seguir trabajando se mantuvo incluso en ese contexto, a pesar del miedo a enfermarse y conta- giar a adultos mayores o niños en sus hogares. Como se profundizará en la siguiente sección, la necesidad económica en condiciones laborales inestables puede, además, generar estrés y males- tares asociados a la salud mental. “Hay días en que igual me bajoneo” , dice Fernanda, “o me estreso pensando cual va a ser la próxima pega . Ya está uno con cuatro días de anticipación ya buscando otra pega . Pero lo que me jode más a mí son los dolores físicos. Por eso yo le digo a la gente ‘yo el dolor físico no se lo doy a nadie’. La doctora me dice ‘tienes que hacer reposo’. Pero no…le dije yo a la doctora, ‘sabe qué, lo que me bajonea , es cuando yo me siento sin plata’. Ahí mi salud mental está mal. Porque no puedo estar sin plata , porque mis hijos mamá ‘quiero esto’, y decirles ‘pucha, no puedo, no tengo’ y se los he dicho muchas veces, ellos saben (…). ‘Ah, ya, me dicen, ya…ya’. Eso me genera… es un veneno para mí.”

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