La vida de las mujeres teporeras de la región de O'Higgins: hogar, trabajo y salud
51 preocupadas por la exposición a agrotóxicos peligrosos. “Para mí el mayor peligro son los químicos”, dice Juana, quien señala que el daño que tiene en un pulmón podría ser producto de las sustancias fitosanitarias que manipula en los fundos. Si bien en la industria agrícola se admite la existencia de riesgos a la salud para los trabajadores, lo que no se conoce es la presión y sobre exigen- cia que sienten las mujeres temporeras de seguir trabajando pese a estar accidentadas o enfermas. La principal razón es la necesidad económica, es decir, mantener el ingreso para apoyar a sus familias. Así lo explica Raquel: “Todos los días me levanto y me digo ‘ay, tengo que ir a trabajar, tengo que ir’. Porque si no, no saco la semana de corrido. Sí, po’, no se puede fallar porque me van a descontar.” Fernanda, por su lado, que tiene diagnosticada una artrosis, sigue trabajando porque es jefa de hogar. Evidentemente, trabajar en estas condi- ciones la expone a la automedicación y al empeoramiento de su enferme- dad. Sin embargo, ella sigue empecinada en trabajar para ayudar a sus hijos. “Yo he ido a trabajar con mucho dolor en mi cadera. Fui un día a trabajar con tanto dolor que ya cojeaba, con decirle que trabajé todo el día mal. El furgón me deja allá afuera, a la entrada del callejón de tierra. Yo creo que ese día me demoré como una hora y media en llegar aquí a mi casa (…). Así que ese día ¿qué es lo que hice yo? ¡No fui al médico, po’ ! Me quedé en reposo y llamé a mi hermana que andaba pa’ Pichidegua y le dije ‘¿por qué no me comprai un antiinflamatorio?’ (…). Ya, ese día me puse guateros calientes. Al otro día: mejor. Así que salí nuevamente a la pega, po’. Más leve, más suave. Yo dije ‘tengo que seguir no más, tengo que seguir’. Mire, de los tiempos que yo trabajo no he fallado nunca. ¡Es que realmente no se puede! Y si está bueno, ¡menos, po’, menos, po’ ! Imagínese el año pasado en el tiempo de cerezas ya me quiso dar de nuevo ese dolor a la espalda, yo dije ‘no, ya’. ¿Qué hice yo? Ya, me puse una faja para amortiguar un poco el golpe (…). Me mentalizaba que tenía que seguir. ¿Y qué hacía cuando llegaba en la tarde? Me dopaba 46 Bolsas de agua caliente. 46
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