La vida de las mujeres teporeras de la región de O'Higgins: hogar, trabajo y salud
24 dejar de depender de sus parejas. Miriam cuenta que su trabajo fue su fuente de escape a la violencia de su marido. “Yo le dije que me iba a ir de la casa, pero él no me creía. Yo empecé comprando cosas para una nueva casa con mi sueldo. Compré cocina, lavadora, y él miraba y yo compraba y no me creía. Hasta que me fui.”Y así como pasó con Miriam, para muchas otras mu- jeres temporeras, como Ana, el trabajar de forma remunerada significó una fuente de libertad e independencia invaluable. “Yo quiero que mis nietos, hasta yo misma, no pasemos lo que pasamos cuando yo era chica...la preca- riedad”, dice Ana. “Si quiero comerme dos panes, tres panes, un pastel, un queque, me los voy a comer, porque yo estoy trabajando y porque yo los compré. Si mi marido compra cosas para la casa, es poco capaz de decirme ‘mijita quiere que le compre calcetines o ¿quiere cambiar de zapatos?’ Entonces, empecé a trabajar para demostrar que soy autosuficiente, ¿cachai? Que me puedo mantener sola. Que puedo hacer con mi plata lo que quiera, y no estar pidiendo.” Una vez obtenida la independencia económica, para las mujeres es muy difícil volver atrás, incluso cuando existan problemas de salud que les impida trabajar. Similar a lo que relata Ana, Gabriela también señala valorar su independencia económica. “Yo tuve un accidente en la pierna y no podía ir a trabajar, me tenían que operar, pero no pasaba nunca. Al final igual volví al trabajo, voy a veces cuando me siento bien. Es que estoy acostumbrada a mi plata , eso es lo que pasa. Que uno ya en muchos años se acostumbra y después ya de pedirle al marido, no, yo no le pido plata a él, no me gusta. Si yo veo algo que me gusta, me lo compro, o si puedo aquí en la casa comprar algo también lo hago. Que diga, el día de mañana ‘pucha no tengo plata’, ‘mándame plata ’, ‘deposítame plata’ . No, eso pa’ mi es como hundirme. Yo siempre dependo de mi trabajo.” En resumen, según relatan las entrevistadas, la vida cotidiana de la mujer temporera está marcada por las cargas domésticas y laborales. Si bien ser asalariadas les ha otorgado beneficios importantes, como la indepen- dencia económica, éstos no pueden ser aprovechados en plenitud debido al rol tradicional que aún cumplen como principales responsables de las labo-
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