La vida de las mujeres teporeras de la región de O'Higgins: hogar, trabajo y salud

23 cesante, llegaba a la casa, pedía algo, y si no se lo daba se enojaba mucho. Hubo muchas peleas feas…Pero ¿cómo quiere que le diera de comer si él no daba ni un peso? Pero sí tenía para tomar y fumar. Y una vez, como le digo, se fue. No volvió como en una semana (…). Yo lloraba mucho… empecé a no querer ir a trabajar. Mi hijo mayor andaba preocupado por mi porque yo andaba muy mal…” La historia de Luisa también refleja que, para estas mujeres, es difícil encontrar espacios donde puedan expresar todo lo que ocurre en sus hoga- res. Luisa dice que nunca les pudo contar a sus padres o hermanos lo que le estaba pasando, pero que al menos una compañera de trabajo la escuchaba y aconsejaba. Además, Luisa fue derivada a sesiones con un psicólogo, donde también pudo contar su traumática experiencia. Más allá de esos entornos, ella siempre sintió un gran “peso encima” porque debido al miedo de ser juzgada, no se sentía capaz de compartir su situación con nadie más. Así es como, en los relatos sobre violencia de género en el hogar, en general se observa que la mujer sufre una evidente reacción emocional de estrés y bajo estado anímico. Más aún si los hijos e hijas son pequeños. Miriam, por ejemplo, relata cuánto le afectó el hecho de que sus niños fueran testigos de violencia de género y consumo excesivo de alcohol por parte del padre. Ella recuerda: “Yo iba a trabajar y todo el día lloraba. Yo trabajaba y mi marido tomaba. Entonces llegaba a la casa, había discusiones, peleas, sus amigos tomando en mi casa y yo teniendo a los dos niños. A mí no me iba a gustar obviamente. Entonces yo le decía que tenía que sacar a sus amigos. Y ahí había pelea, de hecho, hubo golpes…varios (...). En las noches, cuando él llegaba, yo tiraba patadas cuando llegaba a mi pieza curao’ . Mi hijo fue creciendo y empezó a intentar defenderme. Por eso me fui de la casa, por eso me divorcié.” La falta de apoyo por parte de la pareja, sobre todo si hay violencia y alcoholismo, es uno de los grandes motivantes de las temporeras para traba- jar. Según relatan las mujeres de este estudio, la actividad laboral les permite 24 En estado de ebriedad. 24

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