Guía de educación antisexista

62 GUÍA DE EDUCACIÓN ANTISEXISTA Si consideramos las aristas que se nos propone, podríamos evitar una normalización de la división y lectura desigual de los cuerpos y deseos, donde algunos pueden ser objetualizados y poseídos (por ejemplo, el cuerpo de las mujeres y las disidencias), mientras que otros, acceden a los beneficios y goces de la posesión (por la desposesión de otro). Una crítica que cuestiona las relaciones de poder y que afirma un cuidado de si y de los otrxs, en las que el género y la sexualidad son dimensiones claves, aunque claro, no las únicas. Una educación anti-sexista debe permitir la articulación de alianzas transformadoras. “Estas alianzas deben basarse en un reconocimiento crítico de diferencias, sin invisibilizar las particularidades del sexismo que viven muchas mujeres, pero abriendo un reconocimiento de como la misoginia, la lesbo/homo/transfobia y el machismo sexista, se refuerzan mutuamente y se relacionan íntimamente” (Troncoso, Follegatti, y Stutzin 2019). Esto implica no separar los asuntos de género considerados como relativo a mujeres y aquellos asuntos de sexualidad referidos exclusivamente a personas y grupos LGBTIQ+ y tampoco individualizarlos como asuntos que atañen solamente estos sujetos. Parafraseando a Sara Ahmed (2018) debemos preguntarnos: ¿Cómo desmantelamos una educación que se ha construido para acomodar sólo a algunos cuerpos? “Ningún feminismo digno de su nombre utilizaría la idea sexista de las “mujeres nacidas mujeres” para crear los límites de la comunidad feminista, para tratar a las mujeres trans como si no fueran mujeres, como si no hubieran nacido como tales (…) Nadie nace mujer” (Ahmed 2018, 31–32). “El feminismo es una revolución no un reordenamiento de consignas de marketing, ni una vaga promoción de la felación o del intercambio de parejas, ni tampoco una cuestión de aumentar el segundo sueldo. El feminismo es una aventura colectiva para las mujeres, pero también para los hombres y todos los

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