Guía de educación antisexista
GUÍA DE EDUCACIÓN ANTISEXISTA 59 un empobrecimiento de la experiencia universitaria, en la medida que marginaliza una determinada construcción de conocimiento que no se adapta a la lógica circunscrita a los criterios de objetividad y universalidad, parámetros que supuestamente son únicos de ser llevados a cabo desde la ciencia occidental-racional y masculina, anulando con ello, la transmisión y complementariedad de otros posibles conocimientos, que no logran alcanzar el ingreso en nuestro planes de estudios. Una educación anti-sexista tiene como principio reconocer la existencia de una pluralidad de sistemas y agentes de producción del saber/conocer en el mundo y que esta diversidad epistemológica es infinita (de Sousa Santos 2006). Y nos invitan a que encaremos algo que inicialmente puede parecernos inquietante, perturbador o incierto, pero totalmente básico para la convivencia humana: reconocernos dentro de un vasto ámbito de capacidades, escalas, producciones, temporalidades, afectividades, creencias, temores y corporalidades, que articulan múltiples formas de conocer. Queremos brevemente nombrar algunas coordenadas de las epistemologías Trans para no cometer el error reiterativo de que éstas nuevamente queden subsumidas en las epistemologías feministas que cooptan una propuesta y enfoque distintivo, y que constituyen parte de una teorización prolífera y creciente de lo abyecto y contrasexual. Stone (1991) argumentó que así como los varones (cis) habían teorizado acerca de las mujeres (cis), éstas habían repetido la historia con las personas trans –a quienes llamó a trastocar los discursos existentes sobre género. “Algunos aportes si piensas comenzar a investigar sobre cuestiones trans y/o intersex por favor recuerda que no se trata, en ninguno de los dos casos, de territorios vírgenes e innominados, a la espera de ser descubiertos, roturados y colonizados. Así como harías frente a un continente desconocido, aprende a reconocer a quienes vivíamos en ese lugar antes de tu llegada y reconoce también que no estábamos esperándote para empezar a existir” (Cabral 2009, 142).
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