Guía de educación antisexista
58 GUÍA DE EDUCACIÓN ANTISEXISTA crítica radical al modelo de la ciencia moderna occidental, tanto por su androcentrismo como su pretensión de universalidad, cuestionamiento así la función social del conocimiento y las interrelaciones entre la producción de conocimiento, su legitimación social, el género, la subjetividad y el poder. Desde las perspectivas epistemológicas feministas, la disponibilidad de qué y cómo se conoce se encuentra entrelazado o es más bien producto de la contingencia y las luchas de poder (Flax 1993) y por lomismo, el conocer es siempre un hacer situado (Haraway 1988). Por lo tanto, no basta solamente con la incorporación de más mujeres o personas LGTBIQ+ a la Universidad si es que no se transforman profundamente las condiciones de producción y legitimación de conocimientos y experiencias. En este sentido, la educación anti-sexista apuesta por un cambio más profundo sobre las estructuras cognitivas, las prácticas científicas y sociales en la construcción de conocimiento académico, para contribuir a la transformación de la institución universitaria, generando nuevas preguntas, teorías y métodos, que sean avances tanto intelectuales como en términos de justicia social (Harding 2008). Busca “identificar, explicar y transformar las prácticas de poder conceptuales y materiales de las instituciones sociales dominantes, incluyendo las disciplinas científicas para que beneficien a aquellas personas menos beneficiadas por dichas instituciones” (Harding 2008, 225). Las epistemologías feministas con su revisión hacia la construcción de nuevas cartografías de saberes han evidenciado cómo el conocer se tradujo en la creación e instalación del otro como objeto de conocimiento, pero incapacitado/a de conocer. Una alteridad desprovista y carente que la misma Sandra Harding (2008) denominó como “fear full specters” que podríamos referenciar como espectros temerosos. Esto reinstala las relaciones de dominación y subalternidad donde las mujeres, las disidencias sexuales, los pueblos originarios y las generaciones menores, quedan supeditadas a ser testigos sobre qué es lo que debe conocerse y cómo. Excluir a estos grupos en la producción de conocimiento es lo que de Sousa Santos (2005) nombró como la “epistemología de la ceguera” y en este caso particular, es decir, al interior de nuestras academias, provoca
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