Guía de educación antisexista
GUÍA DE EDUCACIÓN ANTISEXISTA 37 (y heterosexualizado). Esto tiene un impacto directo en la reproducción de las de desigualdades de género en las universidades. En nuestro caso, en los talleres de trabajo las y los estudiantes refieren a estilos de docencia de la Facultad “masculinos” es decir: caracterizados por unmodo de relación jerárquico, autoritario y centrado en demostrar que el/la/le docente sabe y que las y los estudiantes no, eran mejor valorados por parte del estudiantado, y que estilos de docencia más “femeninos”, es decir más empáticos, cercanos y horizontales, eran asociados a ser buenas personas, pero no necesariamente buenxs pedagogxs. Estas formas de valoración de la docencia se han visto a su vez fuertemente cuestionados desde el Mayo Feminista. Por otra parte, existen académicas que reproducen conocimientos y miradas androcéntricas, coloniales, racistas, heteronormadas y adultocéntricas de la realidad. De modo que, a la hora de proponernos como horizonte una educación antisexista, no basta necesariamente con añadir lecturas de autoras. 1.2 Androcentrismo en el currículume invisibilización de saberes feministas A la invisibilización de la producción teórica realizada por mujeres y su escasa lectura, se suma un profundo desconocimiento por parte de las Ciencias Sociales de las teorías de género (Lykke 2010; Beltrán y Maquieira 2008; Connel 1997), las epistemologías feministas (Lykke 2010; Harding 1997; Haraway 1995), las perspectivas interseccionales (Hill Collins y Bilge 2016; Viveros Vigoya 2016; Jabardo 2012; Platero 2012; Crenshaw 1989) y los aportes de las teorías trans y de la disidencia sexual (Galofre y Missé 2017; Spade 2015; Córdoba, Sáez, y Vidarte 2007). Estas omisiones ignoran los aportes de dichas teorías críticas, junto con sus marcos conceptuales y epistemológicos en la formación del estudiantado.
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