Especulaciones sobre el mundo desde América Latina
103 Por otro lado, en esa misma cumbre, Piñera adoptó una estrategia opuesta. Solo se refirió a Chile para mencionar que se encontraba presente su sucesora, la pre- sidenta electa Michelle Bachelet. El resto del discurso, habló en primera persona del plural para referirse a cómo América Latina no había podido alcanzar el de- sarrollo pero había llegado el momento de reencontrarse con “nuestro destino” y alcanzarlo en el siglo XXI, que sería “el siglo latinoamericano” (P4). La tarea de integración latinoamericana “que soñaron Bolívar, San Martín, Artigas, Hidalgo, O’Higgins y tantos más” estaba pendiente pero ofrecía “una nueva oportunidad”. Sin embargo, para aprovecharla, era necesario “asumir nuestras responsabilidades y no quedarnos atrapados en el pasado, o culpando permanentemente a otros que no están sentados en esta mesa de lo que ocurre en América Latina” (en referencia a EE. UU.) (P4). Piñera adoptó las formas del discurso latinoamericanista, afirmando su deseo de lograr “una verdadera y profunda integración” y de cumplir “el sueño de una América Latina libre, democrática, respetuosa de las libertades y de los derechos humanos, justa y solidaria” (P4). Este era, según él, el sueño que habían tenido “nuestros padres antecesores, y padres de nuestras patrias” (P4). Esto derivó en que incluso Raúl Castro dijera después que “hasta Piñera” parecía estar de acuer- do con los objetivos de la Cumbre (CubaDebate, 2014). Sin embargo, el contenido del discurso era muy distinto al de los demás presidentes. En línea con el paname- ricanismo, buscaba diluir las responsabilidades de EE. UU. en los problemas de la región, y exhortaba a enfocarse en “ser protagonistas de este mundo globalizado” y aprovechar las oportunidades que ofrece la sociedad del conocimiento y la infor- mación (P4). En su visión, la revolución tecnológica era “muy generosa” con aquellos que asu- mían “el desafío” pero “indiferente e incluso cruel con aquellos países que simple- mente la quieren dejar pasar” (P4). En un contexto hostil, en el que estaba en una relativa soledad ideológica frente a la mayoría de los gobernantes de izquierda, su apropiación del discurso latinoamericanista le permitió plantear su visión como el proyecto correcto para alcanzar un promisorio destino común. América Latina emergió con fuerza cuando se trató de aludir a factores estructurales del desa- rrollo económico y promover su visión globalizante de la modernización como el proyecto que debía encarar el continente. Los latinoamericanos no debían que- darse “atrapados en el pasado”, y en vez debían “de una vez por todas optar por el futuro” (P4).
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