Especulaciones sobre el mundo desde América Latina

69 una combinación flexible de instrumentos financieros públicos y privados para todos los países, sobre la base de la capacidad de un país para movilizar recursos internos y externos, su disposición y capacidad para contribuir a los bienes públicos regionales y globales, y una priorización y diagnóstico común de los desafíos que se requiere abordar (CEPAL, Nuevos 12). La implementación de esta propuesta implica, además de una medición del desa- rrollo que trascienda el INB per cápita y la aplicación de modalidades innovadoras de CID, la consideración prioritaria de las estrategias nacionales de los países y del aporte de la cooperación a la Agenda 2030. El desafío fundamental reside, por lo tanto, en la aplicación efectiva de la hoja de ruta universal plasmada en dicha agenda a las múltiples realidades específicas, “a partir del reconocimiento de las responsabilidades y capacidades diferenciadas y la adaptación a las demandas, necesidades y potencial de cooperación de cada actor” (Sanahuja y Ruiz Sandoval 37). Más allá del avance relevante que la introducción del concepto de “desarrollo en transición” ha supuesto, tanto en términos analíticos como políticos, no puede dejar de mencionarse que la categoría no ha estado exenta de interpretaciones divergentes e, incluso, de críticas. Si bien la denominación no parece ser la más acertada, si se atiende la naturaleza dinámica de todo proceso de desarrollo –por lo que, por definición, siempre está “en transición”–, vale recordar que la motiva- ción inicial de su introducción refiere a la problemática específica de la graduación y la inexistencia de medidas concretas que acompañen dicha situación particular. El CAD, no obstante, hizo una reinterpretación del concepto de “transición” en un sentido más amplio y, al mismo tiempo, más restringido. Al entenderlo como el ca- mino hacia el cumplimiento de la Agenda 2030 y el desarrollo sostenible, el nuevo marco pasó a considerar las problemáticas asociadas a la pérdida de financiamien- to de todos los países que transitan entre diferentes niveles de renta, quitándose el foco de la graduación de la AOD en términos específicos. Por su parte, comenzó a ponerse el énfasis en el “financiamiento de la transición” (transition finance), lo que catalizó en el establecimiento de una nueva línea de trabajo orientada al estudio de la evolución de las formas en que las diversas fuentes de financiamien- to del desarrollo (nacionales e internacionales, públicas y privadas) se articulan a medida que los países transitan entre diferentes categorías de ingreso (OCDE, Transition 1). Al respecto, Vignolo y Van Rompaey señalan lo siguiente: A pesar de ser un intento de actualizar la AOD frente a los desafíos de la Agenda 2030, el enfoque que plantea la transition finance sigue estando en el valor monetario de la AOD, lo que no permite capturar en su cabalidad las consecuencias políticas que tiene la CID para el avance de los ODS y la

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