Especulaciones sobre el mundo desde América Latina
67 Un hito particularmente destacado por Vignolo y Van Rompaey en este proceso es la Reunión Ministerial UE-Comunidad de Estados Latinoamericanos (CELAC), realizada en Santo Domingo en octubre de 2016, ya que a partir de ese momento cambió el alcance de la discusión: el planteo adoptó un carácter regional, al tiem- po que la conversación comenzó a darse con actores extrarregionales (13). En la declaración final de dicho encuentro, se estableció “la necesidad de intensificar la cooperación birregional, utilizando todos los instrumentos disponibles de forma integrada”, al tiempo que se encomendó “un proceso de reflexión . . . [que incluye- ra] la cuestión de la graduación con el fin de reflejar adecuadamente las realidades y los desafíos de las poblaciones de los Estados de América Latina y el Caribe” (Consejo Europeo párr. 9). Con anterioridad a este hecho, ya habían tenido lugar intercambios bilaterales específicos con la UE en relación a la graduación. En particular, dicho organismo había informado a Chile y Uruguay, a inicios del mismo año, que no podrían con- tinuar siendo beneficiarios de sus programas regionales, en tanto su Instrumento de Cooperación al Desarrollo vigente vinculaba dicha participación a la lista de elegibilidad del CAD. Esta comunicación ameritó una respuesta del presidente uruguayo, en la que se expresó la voluntad del país de continuar participando en dichos esquemas. A diferencia del CAD, la UE acogió dicho planteo “con flexibili- dad y apertura” (Vignolo y Van Rompaey 13), lo cual hizo posible que el país man- tuviera su participación en los programas regionales temáticos. Otro aliado clave en este esfuerzo fue la CEPAL, en tanto dotó al planteo inicial- mente impulsado por Uruguay y Chile de un sólido bagaje técnico. Asimismo, la inclusión de la problemática en las intervenciones expresadas por su dirección eje- cutiva contribuyó en gran medida al posicionamiento político y estratégico al más alto nivel y favoreció la incorporación de la nueva narrativa por parte de los países latinoamericanos. Los protagonistas de este proceso también han señalado la re- levancia del espacio iberoamericano –en particular, el Programa Iberoamericano para el Fortalecimiento de la Cooperación Sur-Sur (PIFCSS)– para la construcción de un posicionamiento regional consensuado a nivel de los responsables de coo- peración internacional. Adicionalmente, desde el año 2016, las sucesivas Cumbres Iberoamericanas de Jefes de Estado y de Gobierno han aprobado documentos que hacen referencia a la necesidad de promover un SCID no excluyente en el marco de la Agenda 2030. Otro avance clave estuvo dado por la incorporación del Centro de Desarrollo de la OCDE en la conversación, en tanto abonó a la expansión de la crítica a la gradua- ción y sus criterios más allá de la región iberoamericana. Desde la visión urugua- ya, “este organismo escuchó con atención el planteamiento que, a su vez, estaba
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