Especulaciones sobre el mundo desde América Latina

64 Humano propone “un nuevo índice que ajusta el IDH según las presiones planeta- rias” (PNUD 261), para lo cual se consideran las emisiones de dióxido de carbono y la huella material per cápita como indicadores sintéticos. Este ajuste “ofrece un parámetro que sirve para orientar el progreso del desarrollo humano y, simultá- neamente, aliviar las presiones planetarias” (PNUD 273). Lo anterior evidencia la relevancia que la dimensión ambiental ha adquirido en la conceptualización del desarrollo con el transcurso del tiempo. La incorporación de esta temática cristalizó con la aparición del concepto de desarrollo sostenible en 1987, cuando fue presentado el informe “Nuestro Futuro Común” de la Comisión Brundlandt que había sido instituida por la Asamblea General en 1983. Aquel fue definido como “el desarrollo que permite satisfacer las necesidades de las genera- ciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro de satisfacer sus propias necesidades” (CEPAL, Acerca párr. 2), lo que se tradujo en la necesidad de considerar simultáneamente tres pilares básicos, a saber: el económico, el so- cial y el ambiental. El concepto de desarrollo sostenible fue formalizado en la Conferencia de las Na- ciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Río de Janeiro, 1992), y continuó robusteciéndose en el marco de conferencias internacionales y acuerdos ambien- tales multilaterales enfocados en temáticas específicas. Otro hito clave en este contexto estuvo dado por la celebración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río de Janeiro, 2012), donde se lanzó “el proceso de establecimiento de ODS que significaría la fusión del proceso internacional hacia el desarrollo sostenible con la agenda internacional de desarrollo para el período post-2015” (CEPAL, Acerca párr. 5). La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible fue finalmente adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 25 de septiembre de 2015, como hoja de ruta que pretende guiar el trabajo de la comunidad internacional hacia el logro de un desarrollo entendido desde esta perspectiva, con un horizonte a 2030. Su lema es “no dejar a nadie atrás” y el contenido fundamental está dado por la in- clusión de 17 ODS con sus correspondientes 169 metas y 232 indicadores, para cuyo cumplimiento se propone un enfoque de derechos que ponga a las personas en el centro y sea ambientalmente sostenible. Dichos objetivos y metas “son universales y afectan al mundo entero . . . son de carácter integrado e indivisible y conjugan las tres dimensiones del desarrollo sos- tenible” (ONU 3). Por lo tanto, se trata de un compromiso asumido por todos los países, independientemente de su nivel de desarrollo. Además, su concreción re- quiere un avance simultáneo en las diversas dimensiones consideradas, no siendo

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