Especulaciones sobre el mundo desde América Latina
63 no coordinada de la ayuda internacional, con probables impactos negativos en la estabilidad y sostenibilidad de los avances logrados por el país receptor (20). En función de este breve repaso, resulta evidente que la consideración exclusiva del nivel de renta como indicador de desarrollo es insuficiente y, en consecuencia, también lo es el mantenimiento de un esquema de provisión de AOD basado en di- cho enfoque. La siguiente subsección aborda, entonces, los elementos principales de la concepción del desarrollo sostenible como paradigma superador, así como su consolidación a nivel internacional a partir de la adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. La multidimensionalidad del desarrollo y el paradigma de la sostenibilidad La comprensión del fenómeno del desarrollo es una cuestión dinámica que ha evolucionado con el transcurso del tiempo: desde una perspectiva netamente economicista, a partir de la cual se lo identificaba como sinónimo de crecimiento, hasta los enfoques más actuales, que resaltan la multiplicidad de las dimensiones involucradas, se han ensayado interpretaciones diversas en relación a los elemen- tos que lo explican (Iturralde Durán 8). Estas se han traducido en la utilización de indicadores también diferentes para su medición, así como en posicionamientos específicos respecto de las opciones de política que los países deberían adoptar para avanzar hacia mayores niveles de desarrollo. Más allá de los respectivos énfasis, una característica sobresaliente de este pro- ceso ha sido el reconocimiento creciente de la multidimensionalidad del fenóme- no. Un aporte clave, desde este punto de vista, estuvo dado por la introducción del concepto de desarrollo humano, propuesto por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en 1990, el cual se centra en la promoción del bienestar en un sentido amplio. En este marco, el foco ya no está puesto en el cre- cimiento económico como fin en sí mismo, sino que es visto como un medio para la mejora de la calidad de vida de las personas. Tal vez el aporte principal de esta propuesta haya sido su materialización en una nueva forma de medir el progreso de los países: el Índice de Desarrollo Humano (IDH). Este indicador, ampliamente aceptado a nivel internacional, sintetiza las dimensiones de la salud, la educación y el ingreso, en función de cuyo puntaje se clasifica a los países en cuatro niveles de desarrollo humano (muy alto, alto, medio y bajo). Más recientemente, el índice pasó a ser complementado con otros que introducen dimensiones adicionales, como el género, la desigualdad y la pobreza multidimensional. Por su parte, la última publicación del Informe sobre Desarrollo
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