Especulaciones sobre el mundo desde América Latina

62 al nivel de INB per cápita conlleva dificultades relevantes desde el punto de vista práctico. Por un lado, existe evidencia abundante sobre la existencia de una diver- sidad de motivaciones de los actores donantes para brindar CID. Numerosos aná- lisis empíricos analizan dichos factores, arribando a conclusiones diversas sobre el peso relativo de los intereses de los donantes y las necesidades de los receptores. En todo caso, resulta incuestionable que la cooperación internacional no responde exclusivamente a razones altruistas sino que, frecuentemente, constituye un ins- trumento de política exterior que utilizan los Estados donantes para promover su interés nacional, mantener o acrecentar su poder, lograr influencia política u otro tipo de ventajas (Ayllón 35). Por otra parte, ya en 2012, la Comisión Económica para América Latina y el Cari- be (CEPAL) señalaba que el 70% de las personas pobres vivía en países de ingre- sos medios, los cuales constituían más de la mitad del total de países del mundo (CEPAL, Los países 7). Esto pone de manifiesto una mutación del problema de la pobreza global, considerando que más del 90% de los pobres residía en países de ingresos bajos a inicios de los años noventa (Sumner 3). Se trata de un fenómeno que el sistema de CID debe atender si pretende ser eficaz en su accionar, incluso en el marco de la consideración del desarrollo limitado al crecimiento económico. Adicionalmente, Alonso plantea que “la ayuda internacional nació confiada en el supuesto de que los países en desarrollo conformaban una realidad homogénea y marcadamente diferente a la propia de los países desarrollados (la brecha Nor- te-Sur)” (1). Dicha situación no refleja la realidad actual, en tanto los países se encuentran cada vez más en una escala continua y dilatada en términos de desa- rrollo. Asimismo, la existencia de un mundo más multipolar, donde ya no existen dos bloques claramente diferenciados como en la posguerra, también cuestiona la distinción anterior. Por el contrario, en la actualidad se constata la presencia de “nuevas potencias provenientes del mundo en desarrollo [que] han emergido, dotadas de un elevado dinamismo y con creciente capacidad de proyección inter- nacional” (Alonso 2), y que no son fácilmente clasificables en las categorías tra- dicionales. En este marco, Alonso, Glennie y Sumner plantean que asumir únicamente el cri- terio de INB per cápita para la determinación de la ayuda puede generar diversos tipos de inconvenientes. Entre otros, pueden producirse problemas de equidad al tratar distinto a países con características muy similares, mediante su categori- zación como elegibles o no elegibles. Por otro lado, también pueden darse difi- cultades en términos de incentivos, al castigar el progreso registrado por países en desarrollo a través del retiro de la AOD y, al mismo tiempo, premiar los malos resultados de otros mediante su mantenimiento. Además, estos autores consi- deran que la graduación puede traer como consecuencia una retirada masiva y

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