Especulaciones sobre el mundo desde América Latina
61 medir el desarrollo. Si bien su utilidad para dar seguimiento a la evolución de una determinada economía y realizar comparaciones entre países no puede ser nega- da, su aumento no es necesariamente indicativo de mayores niveles de bienestar. Ello en tanto el crecimiento económico puede darse por motivos diversos, que no necesariamente se traducen en una mejora de la calidad de vida de la población en el mediano y largo plazo. Asimismo, las dimensiones contempladas en el cálculo de los ingresos per cápita se circunscriben a aquellas que pueden ser monetizadas, excluyendo otras tan- tas que son altamente valoradas, pero no tangibles o comercializables. En parti- cular, no se considera el aporte realizado por las tareas domésticas y de cuidado no remuneradas, el trabajo voluntario o las redes comunitarias (Romero párr. 10). Por su parte, la propia OCDE ha reconocido recientemente que dicho indicador no constituye una buena medida del desarrollo económico ni del bienestar, ya que no considera la distribución del ingreso y la riqueza, registra los flujos de ingreso, pero no las existencias de capital que los generan, subvaloran el aporte de los servicios intangibles e ignora el trabajo no remunerado y la degradación ambiental (OCDE, Beyond 17). En particular, existe evidencia de que el vínculo entre ingreso per cápita y bienestar se debilita a medida que los países incrementan sus ingresos. Cuando esto sucede, otras dimensiones del bienestar adquieren mayor relevancia para los individuos, como “la esperanza de vida, la educación, la seguridad personal y la estabilidad democrática” (Nieto Parra y Salinas 4); la felicidad, la confianza en las institucio- nes y la equidad (Romero párr. 8); la satisfacción laboral, la salud física y mental, las redes sociales y las relaciones interpersonales (OCDE, Beyond 15). Además, Alonso, Glennie y Sumner subrayan que, “a medida que ascienden en la escala de renta, los países tienden a estar afectados menos por las carencias ab- solutas y más por las asimetrías y estrangulamientos generados en su proceso de desarrollo” (5). Las dificultades más sobresalientes tienen que ver con lo esquivo del cambio tecnológico-productivo y la competitividad internacional de econo- mías que superan ciertos umbrales de ingresos, pero que no logran consolidar las capacidades necesarias para dar sostenibilidad a sus procesos de desarrollo. Se ha observado que la especialización productiva de dichos países tiende a mantener su base en sectores relativamente intensivos en recursos naturales y trabajo no calificado, al tiempo que las inversiones en capital humano e innovación se man- tienen en niveles bajos. Sumado a esta reflexión sobre la (in)validez del indicador para medir el desarrollo por sí solo, otras consideraciones abonan el planteo de que circunscribir la AOD
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