Especulaciones sobre el mundo desde América Latina

38 Notas sobre la viralización de la frontera Luego del decreto de la pandemia global por la Organización Mundial de la Salud, se construyó rápidamente el consenso social y político entre gobiernos y pobla- ciones, de que el cierre de fronteras era una medida adecuada para responder al riesgo que trae la movilidad internacional para la salud pública. Con el objetivo de profundizar la comunicación de riesgo, la narrativa a nivel global se confeccionó de manera agresiva hacia la producción de miedo al contagio, la enfermedad y la mortalidad del coronavirus. Es en este contexto, en donde el discurso epidemio- lógico recibió más protagonismo y legitimidad que cualquier otro. Sin embargo, iniciativas transnacionales en perspectiva comparada como el proyecto de “(in) movilidad migratoria” del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, han per- mitido identificar cómo las condiciones producidas por la propagación mundial del coronavirus han mezclado el discurso epidemiológico con políticas naciona- listas que profundizan el carácter punitivo frente a la migración, especialmente a la proveniente de crisis humanitarias distintas a la pandemia (Álvarez, 2020, 15). Además, este contexto se ha aprovechado para ampliar el uso de tecnologías de control y vigilancia policial y militar en las fronteras. En el caso del régimen de legalidad/ilegalidad de la migración, el cierre de fronte- ras consistió en un impacto a gran escala, puesto que al cerrar los pasos habilita- dos por los cuales se da el movimiento internacional de poblaciones desplazadas, los inmigrantes fueron inmediatamente apuntados como amenaza externa. Así, se instauraron a lo largo de la región nuevas trabas que complicaban aún más las políticas de refugio y, en cambio, apoyados en consensos construidos a partir del discurso epidemiológico, los Estados comenzaron a tomar medidas de corte necropolítico, dejando en inmovilidad a los migrantes en espacios fronterizos para ratificar el orden nacional. En Chile, durante la pandemia destacaron varios episodios en donde el orden na- cional reforzado en la frontera se desempeñó de manera cuestionable. Primero, existió una crisis migratoria gestionada entre el gobierno chileno y el gobierno golpista de Jeanine Añez en Bolivia, a propósito de bolivianos que se encontraban en tránsito en Chile momentos antes de la pandemia. Estos fueron apartados de la población nacional en Chile, mientras el gobierno boliviano gestionaba negligen- temente su ingreso durante dos meses. Por otro lado, a falta de pasos habilitados para el ingreso terrestre, la población venezolana que hacía ingreso por pasos no habilitados tuvo que enfrentarse no sólo a crímenes que rebasaban la legalidad habitual de la frontera, como la trata o el ‘coyoteo’, sino que también a la pre- sencia del ejército nacional y mecanismos de inteligencia inéditos que buscaron derechamente impedir el movimiento. Finalmente, incluso dentro de las fronteras,

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