Especulaciones sobre el mundo desde América Latina
142 Que lo llevarían incluso a ser invitado especial de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA)— sería realmente lo que lo puso en el ojo de alerta de los Estados Unidos. Súmese a ello el emplazamiento público que Aristide esgrimió contra Francia, solicitando la devolución del dinero que el país galo co- bró sostenidamente a Haití durante todo el siglo XIX, a modo de “indemnización” por los daños producidos por la Revolución Haitiana Aquellas “insolencias” del presidente haitiano, que recordó el asedio de la corona borbona, no fueron bien recibidas por los países que protagonizaron los mayores espolios contra la nación haitiana. Ello sumado a la crisis interna desatada por un creciente autoritarismo del presidente Aristide pavimentaba un camino pedregoso que anunciaba paulati- namente un nuevo final anticipado de su mandato. Después de la caída del muro de Berlín en 1989, el polo hegemónico del mundo hizo el intento de sostener el nuevo orden a través de formas más sofisticadas de intervención —que en modo alguno prescindieron de la violencia o del boicot contra liderazgos de signo de izquierdas— tendientes a producir una nueva imago mundi en que la noción misma de “imperialismo” no fuera más que una esquirla del repertorio semántico del siglo anterior. Aquel siglo XX, cargado del esta vez consi- derado flagelo de la ideología, daba paso en la década de los 90 a la supremacía de la tecnocracia que nublaba con admirable eficiencia los anteriores horizontes utó- picos que conformaron las sociedades modernas. La primacía de la técnica sobre la política, en cierto modo, está vinculada también con la denominada “lengua de madera” de la diplomacia de las altas potencias. A nivel planetario, la retórica del multilateralismo contribuyó a serenar las críticas contra la lógica de las estabiliza- doras, civilizadoras y democratizadoras “intervenciones necesarias”. En el caso de la retórica belicista en el conflicto contra Irak, los airados pronuncia- mientos del presidente Bush, abiertamente alejados del prestigio que concitaba el multilateralismo, habían sido problemáticos para la legitimidad de la empresa intervencionista estadounidense, pues, para invadir países se suponía que exis- tía el requisito de contar con apoyos internacionales de los Estados miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU). Frente a esta coyuntura, de los integrantes del CSNU el presidente francés Jacques Chirac –que no era preci- samente progresista— desestimó por completo la tentativa de Bush, asunto en 4 Cf. Martínez Peria, Juan Francisco. ¡Libertad o muerte! Historia de la Revolución Haitiana. Bar- celona: Wanáfrica, 2012; Grau, María Isabel. La revolución negra. La rebelión de los esclavos en Haití. México D.F: Ocean Sur, 2009; Grüner, Eduardo. La oscuridad y las luces. Capitalismo, cultura y revolución. Aires: Edhasa, 2010. Respecto a este último, es de utilidad especialmente la segunda parte del libro.
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