Especulaciones sobre el mundo desde América Latina
127 Guerra, raza y violencia El concepto de “guerra” tiene una larga tradición, más larga que la de otros con- ceptos como “nación”. Aparece como un problema respecto al orden social ya en la escolástica medieval, y es tematizado en sus diversos momentos históricos 8 . Yaen laépocadel surgimientode losEstadosnacionalesel “MinisteriodeGuerra”era algo habitual, puesto que demostraba poder político y militar, en tanto que incluía una Secretaría que salvaguardaba uno de los puntos centrales de la configuración estatal: el territorio. Dicho territorio, además de fijar las fronteras, determinaba los recursos económicos internos de cada nación en cuanto a explotación de la tierra. Michael Foucault en Genealogía del racismo (resultado de la transcripción de sus seminarios al respecto en el Collège de France entre 1975- 1976), perfiló el concepto de “guerra” además de vincularlo a las nociones de “raza” y “racismo”. En efecto, un concepto central para entender el derrotero del concepto de guerra será el de “raza”, que se empieza a modular desde la tradición del linaje medieval, y con la consolidación del modelo capitalista mundial, derivando en lo que entendemos como racismo moderno. Para Aníbal Quijano, el concepto de “raza” y, por lo tanto, el racismo (como sistema epistemológico y de organización social) sería la expre- sión más básica del colonialismo, que en su racionalización es eurocéntrica. Así, el color de la piel se ubicó como la característica principal para la distinción entre los distintos sectores de la sociedad, divididos inicialmente entre nativos americanos y nativos europeos. Por lo anterior, con el desarrollo del sistema de acumulación capitalista, se estrechó la trama entre raza y división del trabajo. Los sectores racializados –aquellos de piel más oscura de acuerdo a principios pigmentocrá- ticos– no debían siquiera recibir salario. Estos sujetos subalterizados, no sólo fueron despojados de sus identidades particulares vigentes hasta el momento en que se produjo la colonización, sino que también se les inferiorizó de modo que su cultura, organización y desarrollo no era parte de un relato mayor (Quijano). No es de extrañar, entonces, que los sectores racializados, inferiorizados, excluidos y refractarios, sean los primeros destinatarios de una retórica y práctica de la guerra 8 Si bien el concepto de guerra es tan antiguo como la tradición judeo-cristiana, lo cierto es que fue primero con San Agustín y su idea de la “guerra justa”, y, después con Santo Tomás de Aquino, que se empezó a elaborar como problema de la vida en comunidad, entre los títulos canónicos están: La Ciu- dad de Dios de San Agustín (escrito entre 412 y 426) Suma Teológica (escrito entre 1266 et 1273) de Santo Tomás. Estos análisis han servido para volver a dichos conceptos, situándolos y elaborán- dolos en cada coyuntura, sea en la Edad Moderna o Contemporánea, como la que aquí tratamos.
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