Especulaciones sobre el mundo desde América Latina
122 y el Ejército. Es así como de manera simultánea, con frases prácticamente calca- das entre ambos jefes de Estado, retornó la retórica de la guerra con la definición de sus mandos, con sus avanzadas y con sus fuerzas de combate, acusando que las revueltas son protagonizadas por grupos minoritarios que no representan a la sociedad, y que por lo tanto interrumpen el libre desarrollo de las eufemísticas “inmensas mayorías”; reprimiendo así a los manifestantes. Estos núcleos narrativos represivos y aparentemente “anticuados” dentro de la esfera estatal en América Latina, estaban ocultos dentro de la nueva facundia de la derecha tecnócrata llena de “think tanks”, “economías naranjas”, impulsos a las “start-ups” y una larga lista de anglicismos que cubren políticas que profundizan el debilitamiento del empleo y la precarización de las relaciones laborales. Así, volvió una retórica clásica de los Estados-nación del siglo XX, con los mismos ac- tores. Ello estuvo presente en los discursos del presidente de Chile, Sebastián Pi- ñera Echenique, quien el 20 de octubre de 2019 declaró: “estamos en guerra, contra un enemigo poderoso”. Ese enemigo era la sociedad chilena movilizada, primero en Santiago y a las pocas horas en casi todas las regiones, una revuelta popular que se inició por el alza del boleto de transporte y que terminó por desnudar un sistema entero que carece de derechos sociales, dejando en la desprotección a los ciudadanos. La declaración fue respondida al día siguiente por el Jefe de De- fensa Nacional (cargo que enviste a un militar para controlar a la sociedad y al territorio durante un Estado de Emergencia Constitucional), General Javier Itu- rriaga, quien minimizando las declaraciones del primer mandatario señalaba que: “Yo soy un hombre feliz, no estoy en guerra con nadie”. Lo preocupante no fue solo la contradicción entre uno y otro, donde un militar en relación de subordinación al Presidente lo desacredita públicamente, sino que ese mismo alto cargo militar continuaba desconociendo lo que ocurría en las calles, pues felicidad era algo que distaba mucho del sentimiento generalizado que en ese momento se tomaba las calles de Chile. En el caso de Colombia, desde que los Acuerdos de Paz promovidos por el pre- sidente Juan Manuel Santos fueron llevados a plebiscito en 2016, cuando fueron rechazados y a lo que siguió su ratificación por el ejecutivo en 2018, las aguas no se calmaron en la búsqueda de reconciliación entre la guerrilla de las FARC y el gobierno (con la sombra del paramilitarismo asediando). Por ello, a un año de asu- mido el presidente conservador Iván Duque, surgieron revueltas populares que se calmaron y vivieron un hiato con la pandemia del COVID 19. Tras esto, en 2021 vol- vieron las fuertes manifestaciones sociales, recordando que el Acuerdo que bus- caba proponer una vía institucional a la llamada “guerra civil más larga de la his- toria”, no había tenido respuesta. Ese 2021 Duque llamó a “rechazar la violencia en
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