A 50 años del inicio de la fonoaudiología en Chile: experiencias y desafíos actuales en salud pública

263 coherencia (comprensión, manejo y significancia de la vida), colaborando con la posibilidad de hacer frente a cualquier dificultad. En este sentido, la salutogénesis pone el énfasis en la salud positiva que se constituye a partir de la reflexión y el uso adecuado de los activos que existen en el curso de vida y contexto social de las personas, para mejorar y contribuir a su bienestar y desarrollo humano y de las comunidades (Ramos, 2011). De igual modo, la salutogénesis ha sido adscrita al marco conceptual de la promoción de la salud, incorporándose a las acciones comunitarias como un aporte para relevar el empoderamiento de las agrupaciones, en tanto reconoce las fortalezas, talentos y habilidades de personas y colectivos, siendo una estrategia para reforzar elementos de equidad, intersectorialidad y participación, al buscar la generación de alianzas que contemplan el bienestar social (Cofiño et al., 2016). Por su parte, uno de los escenarios clásicos en donde se desarrolla la acción comunitaria es en los territorios, los que pueden definirse como el espacio en el que transcurre el diario vivir. El territorio configura el proceso de salud-enfermedad y muertes de quienes lo habitan, incorporando las formas en que estos eventos ocurren, así como también expresa las formas y posibilidades de bienestar. Este espacio no es meramente geográfico, sino que también dice relación con la existencia de dinamismos, construcción de historia, identidad, cultura, vínculos y saberes (Borde y Torres-Tovar, 2017). Igualmente, los territorios pueden estar construidos por diversas personas, comunidades, organizaciones e instituciones, observados desde el apoyo social comunitario, lo que se traduce a nivel individual en la posibilidad de establecer sentido de identidad, pertenencia, compromiso mutuo y eficacia (Gracia y Herrero, 2006). La fonoaudiología, por susdefinicionesycamposdedesempeño, puedeenmarcarse en la perspectiva de bienestar, considerando el trabajo en un escenario diferente de la práctica clínica, al generar salud positiva a partir de los activos en salud de las personas, comunidades y territorios. Desde esta perspectiva, la disciplina tendría un rol de facilitador de los procesos de salud-enfermedad, considerando la comunicación humana y la alimentación oral fuera del paradigma patogénico, pero asumiendo que las acciones patogénicas son igualmente necesarias y complementarias. Sin embargo, estas últimas requieren que, desde el rol de actor de salud, se incorporen elementos que sitúen en el centro a la persona y sus dimensiones, sin desagregar su historia, contexto económico, social y político, motivaciones, condiciones y propósitos.

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