A 50 años del inicio de la fonoaudiología en Chile: experiencias y desafíos actuales en salud pública

222 Lo anterior sin duda ha desatado instancias de diálogo horizontal con las y los usuarios, generando un valor añadido de pertenencia y vinculación con el proceso de rehabilitación, lo que implica no subvalorar las deficiencias presentes en las personas, sino más bien revalorizar el concepto de rehabilitación desde una perspectiva no reduccionista e íntegra, esto es, como sujetos bio-psico-sociales y espirituales (Sulmasy, 2002). En este sentido, centrándonos en la “reivindicación” y “revalorización” de la “R” de la RBC —como plantea García Ruiz (2014)—, el énfasis clínico no debe ser subvalorado. Es así como el fonoaudiólogo considera el abordaje de las secuelas cognitivo-comunicativas y/o deglutorias como deficiencias que forman parte de un cúmulo de consecuencias no aisladas, gatilladas por un tipo de daño cerebral. Dicho esto, durante el periodo inicial del proceso en el año 2012, se hizo trascendental visibilizar la existencia de dichas alteraciones las que —como es comprendido de modo general en salud—, generan un impacto directo en el desempeño cotidiano de la PsD y en sus niveles de participación. No obstante, el proceso evangelizador apuntó, en primer lugar, a la dupla de trabajo existente en el centro: al grupo de PsD que se encontraba bajo control en el CCR junto con sus redes de apoyo y, en segundo término, al grupo político local, puesto que la continuidad del fonoaudiólogo —que en ese entonces se encontraba financiado para un año a través de un contrato a honorarios de media jornada—, dependía de la venia municipal a través de la distribución de recursos locales. Originalmente el panorama no fue alentador, debido a la negativa de las autoridades para financiar al profesional como consecuencia de la ausencia de presupuesto, consideración comprensible por el contexto político y económico de La Pintana. Tras un año de trabajo, el impacto de las alteraciones de la comunicación y/o deglución en la calidad de vida de las PsD fueron comprendidas y visibilizadas por la comunidad. Ello quedó de manifiesto cuando, al enterarse de la no continuidad del fonoaudiólogo en el centro, algunas de las personas que fueron atendidas y/o que se encontraban bajo tratamiento, manifestaron de forma autónoma su descontento con lamáxima autoridadmunicipal, sin previo aviso al equipo, lo cual sin dudas e independientemente de las consecuencias que se podrían generar tras dichas movilizaciones (positivas o negativas), fue enternecedor y estremecedor para el equipo, debido a la tendencia a subestimar el poder que, desde el continuo desamparo histórico, tiene y puede ejercer la voz de la comunidad organizada y el impacto político que pueden generar como sujetos que demandan igualdad de derechos, equidad, justicia y acceso a una salud digna, integral y de calidad.

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