A 50 años del inicio de la fonoaudiología en Chile: experiencias y desafíos actuales en salud pública
154 El abordaje del equipo de rehabilitación debe ser precoz, donde el rol como fonoaudiólogos se vincula con el manejo y prevención de contracturas y cicatrices hipertróficas a nivel orofacial, así como con la evaluación y manejo de la función glótica y la intervención de la función deglutoria (Snyder y Ubben, 2003). Lo anterior se debe sumar a los aspectos comunicativos (verbales y no verbales), los cuales son cruciales para facilitar la interacción con otros individuos, incluidos los integrantes del equipo de salud. Este abordaje comienza desde la Unidad de Paciente Crítico (UPC) hasta el abordaje de seguimiento en contexto ambulatorio. Al momento de enfrentarse a un paciente gran quemado es crucial que la o el profesional fonoaudiólogo maneje conceptos básicos de anatomía, fisiología e histología; además de familiarizarse con conceptos vinculados como la clasificación de las quemaduras (en cuanto al agente, extensión, profundidad, zonas especiales, entre otros), injuria inhalatoria, cicatrices e injertos; así como los documentos ministeriales oficiales que establecen directrices en su manejo (MINSAL, 2016; 2020). Las alteraciones fonoaudiológicas (Tabla 1) posibles de encontrar en pacientes grandes quemados se pueden sintetizar en tres áreas principales: comunicación, deglución y motricidad orofacial. Por su parte, los principales factores de riesgo (Magnani et al., 2015; Rumbach et al., 2011; 2014) para presentar alteraciones fonoaudiológicas secundarias a quemaduras apuntan a: quemadura orofacial (grado AB-A, AB-B o B), injuria inhalatoria, superficie corporal quemada (SCQ) >18%, manejo avanzado de vía aérea (ya sea por intubación orotraqueal —IOT— y/o traqueostomía —TQT—), edad >55 años, presencia de cicatrices e injertos en región facial y/o cervical, entre otros.
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