A 50 años del inicio de la fonoaudiología en Chile: experiencias y desafíos actuales en salud pública

115 quienes organizaron ambas actividades, así como también en el contenido de las charlas otorgadas y en los términos utilizados tanto por conferencistas como por participantes para referirse a p T/NB. En ambas sesiones el foco inicial estuvo puesto en “el saber sobre los avances en la intervención vocal en personas trans”, donde dicho “saber” implicaba tener más conocimientos de ejercicios vocales a realizar, procedimientos de evaluación, uso de etiquetas diagnósticas, y decretos o leyes a considerar, entre otros. Es importante mencionar que la competencia cultural no es algo negativo, sin embargo, cuando no se acompaña de una perspectiva basada en la humildad cultural, nos convertimos en profesionales con mayor poder, pero con poca empatía hacia las realidades y experiencias vividas por las personas (Greene-Moton y Minkler, 2020). Un claro ejemplo de lo anterior queda de manifiesto cuando utilizamos palabras que sabemos que existen en torno a un fenómeno en particular, pero al no ser humildes culturalmente no nos cuestionamos cómo dichas palabras —o acciones— pueden violentar a una persona que ha vivido una historia de vulneraciones y estigmas. ¿Da lo mismo decir que una mujer transexual, con sexo biológico de hombre —es decir, que pasó de hombre a mujer—, necesita cambiar su voz para que sea más femenina y logre un óptimo proceso de transformación? Si somos competentes y, a la vez humildes culturalmente, entenderemos que en esta frase la mayoría de los términos no debería utilizarse, a pesar de que aún se usen en artículos científicos, pues son violentos y denigran la existencia y realidad de una persona trans y/o no binaria. Entonces, la humildad cultural, aplicada a la atención en salud, se entiende como el compromiso de vivir un proceso a lo largo de la vida —no a corto plazo— en el cual, quienes somos profesionales de la salud, nos encontramos en una constante reflexión, autoevaluación y autocrítica en torno a las desigualdades de poder presentes en las relaciones que establecemos con quienes requieren de cuidados en salud. Dicho proceso implica, en parte, tomar conciencia de aquellas miradas propias, suposiciones, prejuicios y sesgos que pueden contribuir a dicha desigualdad (Chang et al., 2012; Tervalon y Murray-Garcia, 1998). Desde hace varios años se han puesto en discusión los conceptos de competencia y humildad cultural e, incluso, se ha propuesto la necesidad de aplicarlos en la formación profesional para lograr una atención en salud más afirmativa y despatologizante para diversos grupos de personas, especialmente, para p T/NB (Chang et al., 2012; Greene-Moton y Minkler, 2020; Kuzma et al., 2019; Ruud, 2018).

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