Dossier 2º Congreso Nacional de Psicología Comunitaria
trabajadoras contra la precarización de la vida”. Quienes han participado de la organización del ocho de marzo sabrán que cada año la preparación y concebir, pensar juntas la consigna es una tarea muy importante porque da un marco político a lo que viene a instalarse al inicio de un año, con una voz en primera persona desde el movimiento feminista, no solo hacia el ocho de marzo, sino para lo que viene. Es muy interesante cómo, a partir de ahí, se concibe, se habla de esta noción, la precarización que suele ser atendida como una forma de describir estrictamente espacios laborales, por supuesto como atravesado por las contradicciones neoliberales. Pero nos parecía que en un contexto como es el de Chile la precarización es algo que atraviesa a la experiencia en su conjunto y una manera también, de establecer esa transversalidad de la impugnación a los términos en que se ha organizado la vida. Fue así que me pareció muy relevante volver a rescatar esta noción que hoy día ya se ocupa muchísimo, pero que viene de esa reflexión feminista. Ese es un poco el recorrido. Por supuesto, de las lecturas que se venían haciendo y de la forma en que se estaba articulando, digámoslo así, un proceso no solo de una politización de un feminismo en general, sino también de una forma de feminismo que venía a reivindicar, por ejemplo, este lugar del sujeto colectivo reconociéndonos como trabajadoras, reconociéndonos también, en una lucha abiertamente anti-neoliberal, conectando feminismos y a estas nuevas izquierdas de una manera muy estrecha. Fue después de la movilización de marzo que la coordinadora define tres objetivos que son los que nos acompañan hasta el día de hoy. Primero fue pensar la necesidad de concebir este proceso, de que el próximo año ya no bastaba con una marcha, ya no bastaba con salir una vez más en conmemoración del ocho de marzo, sino teníamos que levantarnos en una huelga. Y esta huelga general feminista, como la fuimos nombrando debía ser parte de un proceso, de cómo íbamos a organizar para llegar un año después, a poder levantar una jornada de movilización que inaugurase un proceso de movilización en alza. En segundo lugar, también era pensar el feminismo como la necesidad de una transversalización de la lucha feminista en los movimientos sociales. Esta era una clave muy relevante porque veíamos que también había una tendencia histórica, una tendencia política a reducir o a acotar el lugar del feminismo en la reflexión política feminista a una especificidad. Entonces, cuando decíamos “la transversalización del feminismo en los movimientos sociales”, queríamos decir: la necesidad de estar en todas partes; la necesidad del feminismo en las luchas de pobladoras y pobladores, en la lucha sindical, en la lucha de derechos humanos, en la lucha estudiantil, la lucha socioambiental, en la lucha migrante. Y eso supuso también, por supuesto, otra tarea muy importante y que nos significaba estar muchas veces en los lugares donde no necesariamente éramos bienvenidas e insistir en la necesidad del feminismo en cada uno de estos espacios. Y en tercer lugar, suponía la necesidad de pensar cómo la lucha feminista, cómo esta perspectiva podía ser también una fórmula de activar un espacio de articulación muy diverso, muy amplio, muy heterogéneo, de estas fuerzas transformadoras que veíamos que estaban emergiendo de manera múltiple y que veíamos ahí también, como una posibilidad de 14
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