Dossier 2º Congreso Nacional de Psicología Comunitaria
sociales de jóvenes en la comuna de Recoleta”. Esto a partir del concepto de imaginario social, de Cornelius Castoriadis, se plantea desde este como apartamiento del mundo juvenil de lo político, no es tan cierto que los jóvenes no estén ni ahí, más bien, los jóvenes apuestan una forma distinta, un imaginario social diferente respecto de lo político. El rol protagónico que tuvieron los jóvenes en el estallido social, nos desmintió este desinterés de los jóvenes en lo político. Es interesante cómo, a partir del imaginario social de lo político, que se habla desde lo juvenil, se apuesta a una ampliación del concepto de ciudadanía, más allá de una ciudadanía meramente formal, que es a la que accedemos cuando cumplimos dieciocho años. En realidad, se está comenzando a agrietar, a resquebrajar esta idea de que a los dieciocho años se alcanza cierta madurez que nos permite meter las manos en la política. Los actores sociales juveniles hace rato que vienen diciendo cosas respecto de esto. Por lo tanto, esa reflexión a la luz del concepto de imaginario social de Cornelius Castoriadis es bien interesante, pensando justamente, en la creatividad juvenil, ni más ni menos, como un espacio constituyente de lo social y lo político. En tercer lugar, está la presentación de Natalia Ruz y Sofía Vargas que se llamó “La importancia del trabajo con niños, niñas y niñes, desde las pedagogías feministas. La experiencia de niñas que apañan”. Las compañeras contaban esta experiencia de trabajar con una metodología de espacio seguro, en la cual, particularmente niñas, trabajan temáticas referidas al cuidado de sí. Cuando digo cuidado de sí, no puedo evitar acordarme de algunos autores de la lógica más postestructuralista, es interesante que en esa experiencia de niñas que apañan, se hace carne este cuidado de sí como precognición, para cualquier posibilidad de incidir en el medio social. Pero también un espacio de reflexión y, por qué no, un espacio de sororidad, como una instancia en el cual los niños, niñas, aprenden a incidir, aprenden a verse a sí mismos como ciudadanos y de alguna manera se instalan desde una legitimidad propia. No desde la posibilidad de que después van a ser mujeres adultas, sino que desde ya siendo niñas, ser legítimas ciudadanas o ciudadanos. Entonces, haciendo el cruce con las preguntas que se plantearon, a mí se me ocurre que en esta perspectiva, la psicología comunitaria tiene que decir cómo tiene que posicionarse frente a una era posneoliberal, fundamentalmente ponerle nuevos contenidos a esto que se quiere construir, suena muy vanguardista decir nueva sociedad, pero no se me ocurre otro nombre. A esta nueva sociedad hay que ponerle contenidos que de alguna manera apunten a operacionalizar esta cosa que está flotando en el aire, que llamamos dignidad. La idea de una dignidad construida esta vez, sobre una ética relacional, una ontología relacional. En ese sentido, estas ponencias claramente me ponían delante de los ojos un nuevo escenario, un nuevo sujeto de trabajo, justamente niñez, las niñeces, como sujetos a los cuales ya no solamente hay que tomarles la palabra o tomarles el parecer como para ser políticamente correctos con la Convención de los Derechos del Niño, sino para incluirlos como sujetos de derecho, como sujetos del habla, como propietarios de su palabra en la discusión ciudadana. Y en ese sentido, si bien es cierto que la psicología comunitaria viene trabajando con infancia hace rato, hay que profundizar en eso, pero desde la lógica de los sujetos. 127
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