Dossier 2º Congreso Nacional de Psicología Comunitaria

afectadas por la tiranía patriarcal y machista, reflejo extremo de no coexistencia y de odio a las mujeres. La misoginia es la muestra más clara de la no coexistencia entre hombres y mujeres. Son necesarios, por lo tanto, actos de reparación, por ejemplo, por medio de tribunales sociales y comunitarios, que decidan qué hacer con los abusadores, violadores y agresores de niñas, de mujeres, de niños, de lesbianas, de disidencias. Espacios terapéuticos, por ejemplo, que den fuerza al relato de las víctimas y sobrevivientes. Yo me pregunto, ¿está la universidad haciendo algo parecido? En tercer lugar, me parece que es importante, fundamental y urgente, renunciar a los privilegios del patriarcado. Los varones tienen que escuchar más y hablar menos. Las mujeres tienen que hablar más y atreverse a salir del silencio. Esta es una era de mujeres, no hay otra posibilidad. Los varones tendrán que asumir las labores de cuidado, no a la par de las mujeres, sino que el doble o el triple. Los varones ya tuvieron su tiempo, tuvieron 2.000 años, 8.000 años dicen otras, de patriarcado y nos dejaron el planeta como lo recibimos. No hay tiempo que perder, las mujeres necesitamos recuperar el tiempo perdido, necesitamos dialogar entre nosotras, hablar de nuestras heridas y también de nuestros placeres. Porque para reconstruir el planeta, necesitamos hacerlo desde el goce y el placer que se siente en el cuerpo. El buen vivir tendremos que hacerlo resistiendo al patriarcado, luchando para existir y gozando cada vez que logremos coexistir. Cuarto, me parece que es importante conectar con el placer, el goce y el cuerpo. A propósito de uno de los temas de este congreso, un trabajo personal de reconexión genuina con el amor propio, con la potencialidad que hay en el cuerpo. El patriarcado nos robó el cuerpo, funcionamos del cuello hacia arriba, hay que reapropiarse, tanto hombres como mujeres. Esto implica que podamos promover una sexualidad fuera de la pornografía que por cierto, ha sido considerada uno de los motores de las agresiones sexuales y violaciones en manada. Necesitamos también difundir deportes no competitivos, disciplinas holísticas, danzas, arte, manualidades, etc. En definitiva, otros lenguajes que permitan entendernos, aceptarnos y confrontarnos con respeto y admiración. Actualmente, realizo una investigación postdoctoral, para conocer qué sucede con lesbianas y homosexuales evangélicos. Quiero citar esto a propósito de un ejemplo claro y concreto, de una coexistencia aún imposible en pleno siglo XXI en Chile, cuestión bastante superada en países como México, Brasil, Argentina y varios otros países de Sudamérica, Centroamérica, y Estados Unidos. En el caso de las lesbianas y homosexuales evangélicos, de lo cual no hay nada escrito en Chile, no hay nada sistematizado, puedo decir, primera cosa y afirmar ya: no hay coexistencia, no es posible siquiera. Y no sé si ustedes habían pensado, alguna vez en las lesbianas y homosexuales evangélicos, no es posible ni siquiera la existencia de lesbianas y homosexuales en la iglesia evangélica, es un tema tabú. Pero también es un fundamentalismo religioso que no tiene más justificación que tres o cuatro textos bíblicos literales, sin interpretación, sin hermenéutica, sin profundización, escogidos a conveniencia para mantener la tradición de la lesbofobia y promover la homofobia. Por eso lo que encontramos en la experiencia de las lesbianas y los homosexuales evangélicos es expulsión, violencia, exilio, 106

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