Dossier 2º Congreso Nacional de Psicología Comunitaria

élite ya dejan de serlo y en cierta medida, la crisis planetaria nos afecta a todas y a todos, aunque sin duda afecta más a los sectores empobrecidos, a los campesinos, campesinas, a los pobres, a las periferias, a las niñas y los niños, a los ancianos. El patriarcado se está acabando, pero es como un ser que muere sin aceptarlo, pataleará hasta el final, destruyendo todo lo que interrumpa sus últimas acciones. En definitiva, al final de sus días, el patriarcado es cada vez más agresivo, lo podemos notar en el nivel de los femicidios y en la alevosía con la que ocurren. También podemos ver cómo en los últimos días, el presidente entrega el litio a sus amigos empresarios. Hasta el último día el patriarcado intentará destruir y oprimir. Hay que estar preparadas para eso. En segundo lugar, me parece que la academia y las profesiones necesitan actualizarse para permanecer vigentes, si la necesidad es la vigencia, entonces seguimos en el mismo patriarcado de siempre, ocupando nuestras energías en parecer intelectuales, autoridades en materias específicas, en definitiva alimentando nuestro ego que es precisamente el que, nos ha llevado a esta crisis planetaria. Si la necesidad es genuinamente transformadora, veo más posibilidades ciertas de coexistencia. Si bien me parece un poco tarde para darnos cuenta que necesitamos coexistir, porque estamos en un planeta en crisis, voy a asumir un cierto optimismo para señalar, al menos, cuatro cosas que necesitamos para existir y luego, en conjunto con eso, coexistir. Primero, me parece que necesitamos una conciencia de la crisis y una voluntad de transformación. Esta condición es necesaria para poder escuchar honestamente a la otra persona, para abrir no solo mis oídos sino mi cuerpo entero, para poder escuchar con el cuerpo lo que él o la otra tiene para decirme. Sin ruidos internos o diálogos internos mientras la otra habla, escuchar tratando de entender, de comprender y empatizar. Solo así podremos transformar, en silencio, lenguaje y acción, que nos llevará a la autorevelación, como nos invita Audre Lorde, una poeta negra, lesbiana y Adrianne Rich, que nos insta a abrirnos a escuchar las palabras de vehemencia de mi compañera, sin miedo. Audre Lorde, en el año 84’ hablaba de esto. Decía, voy a citar textual “Porque para sobrevivir en esta boca de dragón que llamamos América hemos tenido que aprender esta primera lección, la más vital y es que no se suponía que fuéramos a sobrevivir, no como seres humanos, ni se suponía que fueran a sobrevivir la mayoría de ustedes, negras o no. Y esa visibilidad que nos hace tan vulnerables es la fuente de nuestra mayor fortaleza, porque la máquina va a tratar de triturarnos de cualquier manera, hayamos hablado o no”. Para poder escuchar, necesitamos reconocer que tenemos una herida en esto, al menos desde la dictadura pinochetista, que nos impuso con tortura y exterminio, el silencio, el miedo a la diferencia, la negación del otro y la dificultad para relacionarme con lo distinto. Por eso no creo en el feminismo de la igualdad, creo más bien en la diferencia. Reconocer esta herida nos ayudará a entender que estamos ante una crisis y, por lo tanto, poder abrirnos a la posibilidad de la transformación. En segundo lugar, me parece que necesitamos reparación y justicia. No podemos coexistir si es que hay una historia larga de impunidad. Sobre todo estoy pensando en las mujeres. Al menos necesitamos la re-apropiación de las mujeres, de sus tiempos y sus cuerpos. Justicia y reparación para las sobrevivientes de femicidio y familiares de víctimas de femicidio en cuanto 105

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=