Dossier 2º Congreso Nacional de Psicología Comunitaria
Desde niña, he visto que la coexistencia a veces, es imposible, difícil o compleja, en el mejor de los casos. A veces, incluso en el feminismo es difícil coexistir. En la población periférica en la que crecí como niña y adolescente, sentí desde muy pequeña la imposibilidad de coexistir, pero también la dificultad de existir. El miedo a la violación, a la agresión, al acoso, eran cuestiones ciertas con las que crecí y tuve que aprender a resistir, desde muy niña. Mi madre, mi abuela, mis primas, las mujeres con las que trabajé en comunidades periféricas en el campo y hoy día, las mujeres con las que trabajo en terapia, todas tenemos en común que nuestras existencias han estado en riesgo y ante eso hemos tenido que luchar, resistir y aprender a sobrevivir, apenas. Por eso, para coexistir, primero necesitas existir. Y lamentablemente la existencia de las mujeres sigue en riesgo y las mujeres deben seguir luchando, debemos seguir luchando por sobrevivir. Las ollas comunes que se volvieron a levantar en pandemia fueron una muestra de esta lucha por existir. Las iglesias evangélicas periféricas, por ejemplo, son espacios donde las personas y sobre todo las mujeres, buscan un lugar de existencia, de lucha y de resistencia ante el problema creciente de las drogas, la violencia, el alcoholismo, el incesto. Algunas cifras que siempre es bueno recordar: en Chile, en los últimos 10 años ha habido 3.666 niñas desaparecidas, el equivalente al 74% de los niños y niñas desaparecidas. Las mujeres y los niños siguen siendo los principales objetivos de la trata de personas, de cada 10 víctimas detectadas a nivel mundial, en el 2018, solamente, aproximadamente 5 eran mujeres adultas y 2 eran niñas. En Centroamérica y el Caribe, la mayoría de las víctimas de trata detectadas en 2018 son niñas y mujeres. Es decir, un 79% del total de víctimas en la subregión. El tráfico de niñas representa un 40% de todas las víctimas, es uno de los mayores de todo el mundo. En América del Norte, América Central y el Caribe, la explotación sexual es la forma más común detectada del tráfico. Más del 70%. En Chile, desde el 2016, se registran 116 casos de asesinatos de mujeres no calificados de femicidio, pero en los cuales se sospecha femicidio. Estas son cifras de la red chilena contra la violencia que hace un seguimiento a los casos de femicidio. En el 2021, hubieron 54 femicidios, 3 suicidios femicidas. De manera que, entonces, con estos datos no puedo ser tan optimista frente a la coexistencia, pues como señalo, para coexistir antes necesitamos tener condiciones mínimas para existir. O dicho a modo de pregunta ¿cuáles son los precursores de la existencia? Hacia allá quiero llevar la conversación. Las feministas venimos proclamando la coexistencia hace siglos. Ya en 1400, Chistrine de Pizan, en su libro La ciudad de las damas , denunciaba la misoginia que no la dejaba existir a ella, ni a las mujeres brillantes de la época conocida como la época de la querella de las mujeres. En la colonización que sufrimos en estas tierras, sabemos que no hubo coexistencia, Germán daba recién, unos datos interesantes. Lo que ocurrió fue la imposición de una existencia sobre otra, materializada en el genocidio, en la guerra, en la violencia, y en la violación de las mujeres para engendrar una nueva generación mestiza. Ese es nuestro origen. Estas opresiones y violencias, siguen vigentes. Por eso el 2018, se abrió un movimiento feminista masivo, al interior de la mayoría de las universidades chilenas para denunciar la violación y el acoso de los 103
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