Geotermia en Chile: un siglo de historia para un desarrollo sustentable

16 Geotermia en Chile: un siglo de historia para un desarrollo sustentable. Siguiendo estas ideas, en este capítulo nos interesa explorar paisajes geológicos como formaciones históricas, observar las prácticas de explo- ración, de medición en terreno y de creación de imágenes como partes (un poco olvidadas) del método científico que se propone dar a ver las dinámicas de la Tierra. Nos interesa promover con esto dos ideas: los pai- sajes geológicos que aquí estudiamos son el resultado del encuentro entre volcanes, aguas, rocas y subjetividades formadas en un contexto intelec- tual delimitado por las ciencias modernas.Antes que ser elementos pasivos representados en una escena, son entidades que determinan la forma en que son explorados y participan activamente en la producción del paisaje. Observar estas subjetividades es, por tanto, una vía para comprender los modos en que se ha producido el conocimiento geotermal del territorio de Chile. Nuestra intención con ello es valorar ciertas prácticas de terreno que, en el contexto actual de la producción científica, acaban quedando fuera, precisamente por ser portadoras de esa subjetividad. Esta mirada nos permite constatar que, por ejemplo, los paisajes que emergen, dentro del marco temporal estudiado, a partir de fenómenos geológicos locales, son concebidos a través del prisma de otras geografías, esencialmente europeas.Así, las representaciones de la primera ascensión al volcán Antuco se encuentran atravesadas por la experiencia delVesubio en Nápoles; las termas de Cauquenes fueron concebidas como sitios de salud desde el prisma de los centros termales franco-alemanes; y la localidad de Larderello, en la Toscana, resultó una inspiración para exploraciones que imaginaron los géiseres del Tatio como un centro potencial para producir energía geotérmica. La elección de estos tres escenarios responde a diversos aspectos geo- históricos: el volcán Antuco fue un punto de referencia para las experien- cias en terreno de los naturalistas que llegaron desde Europa después de la declaración de independencia de Chile y, en varios casos, convocados por los gobiernos locales para contribuir al establecimiento de las primeras instituciones republicanas. Considerando que hasta entrada la segunda mitad del siglo XIX, las fronteras internas de Chile llegaban hasta el río Biobío, los volcanes a los que estos naturalistas tuvieron acceso con mayor frecuencia fueron prin- cipalmente el Antuco y los Nevados de Chillán. Como era habitual —y lo es aún, aunque de otras maneras— los exploradores generaron imáge- nes (dibujos, acuarelas) hechos en terreno (“al natural”), que en algunos casos pasaron después a ser diagramas, láminas o cartografías impresas. El hecho de haber sido el Antuco objeto de sucesivas exploraciones, permite emprender un estudio comparativo entre cada una de las imágenes que van componiendo este paisaje volcánico, para reconocer sus continuida- des, diferencias y la influencia que fueron teniendo los recuentos de cada expedición.

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