Escritura e inclusión en la universidad: herramientas para docentes
257 P osfacio 3.5. Recopilar datos Recopilar datos empíricos es seguramente el primer gran reto práctico que acomete la doctoranda, lejos del confort de las tutorías con la direc- tora y los seminarios con las colegas o las conversaciones terapéuticas con iguales (Colombo, 2014). Hay que salir al campo de estudio, reclutar informantes (aprendices, docentes, expertas), infundirles confianza para que nos den su tiempo y sus datos: textos, respuestas a preguntas, cues- tionarios o participación en focus groups . Consume tiempo, exige gestiones engorrosas y provoca algunos fra- casos, que desaniman a cualquiera. Son habituales los plantones (infor- mantes que no comparecen a una cita), los abandonos (informantes que cambian de centro o residencia o que pierden interés por colaborar) o la resistencia a mostrar o relatar determinado tipo de información. Tampo- co son extrañas las huelgas, las marchas o las incidencias de todo tipo. Por ello es útil preparar al estudiantado, prever cierta “mortalidad” na- tural de informantes y mantener una actitud positiva en todo momento. Por otra parte, recabar datos del campo, de las informantes ideales, en el centro oportuno, sobre los temas de interés, no presupone por defecto que dichos datos vayan a ser relevantes u originales. Es habitual que los primeros datos recogidos sean obvios, previsibles o inconsistentes. La di- ferencia entre “conseguir datos” y “conseguir buenos datos” es esencial, pero suele ser borrosa antes de iniciar la recolección y solo se va aclaran- do a medida que se avanza y se descubre que los primeros datos, recogi- dos con ilusión, no son concluyentes. Por ello, es estratégico planificar varias opciones para recabar “bue- nos datos”, como en los casos 5 y 6. Pocas veces el diseño inicial de recolección de datos satisface todas las necesidades que plantean las pre- guntas de investigación. Es habitual reformular el diseño, ampliar las informantes o incluir nuevas herramientas de recogida para corregir las desviaciones. Mucho antes de la pandemia por cóvid-19, la Etnografía digital (Hine, 2015) ya exploraba las múltiples opciones que ofrece la red, que superan algunas limitaciones de la presencialidad, pero plan- tean otras cuestiones éticas.
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