Escritura e inclusión en la universidad: herramientas para docentes
17 S obre este libro . D e la responsabilidad estudiantil a la … los aprendizajes. La premisa es que una buena tarea, con instrucciones claras y orientaciones de evaluación incorporadas al proceso de escribir, puede mejorar notablemente la motivación y el desempeño de les estu- diantes, así como honrar los contratos pedagógicos acordados en el aula. Pablo y Claudia guían paso a paso la vinculación entre los propósitos for- mativos y las tareas pertinentes, la creación de una tarea asociada a un género discursivo, las acciones para dar oportunidades de planificación, elaboración y revisión, y el diseño de rúbricas y pautas de cotejo para la evaluación tanto formativa como sumativa. En “¿Cómo dialogar críticamente con las fuentes? Herramientas de en- señanza y aprendizaje de la intertextualidad académica”, Soledad Mon- tes y Martín Álvarez aportan herramientas para apoyar la incorporación y discusión de fuentes en la escritura académica, al mismo tiempo que se construyen una voz y una identidad letradas propias. Las actividades y evidencias que ofrece el capítulo permiten acercar ambas posiciones: estudiantes que transforman su manera de entender y apropiarse de las fuentes, y docentes que reconocen y validan las posiciones de les estu- diantes. Soledad y Martín demuestran la necesidad de adoptar una posi- ción orientada pedagógicamente al problema del plagio y ofrecen tareas concretas para que la inclusión de voces, científicas y de otros tipos, sea parte de lo que enseñamos. Finalmente, en “¿Cómo acompañar la escritura de tesis y memorias de pregrado? Propuestas para retroalimentar en etapas de finalización de estudios”, Fernanda Uribe Gajardo coloca el foco en el set de géneros discursivos y demandas de escritura e investigación que les estudiantes deben afrontar de forma previa a la graduación. El capítulo brinda herra- mientas a docentes para participar y acompañar de forma significativa este proceso: desde la exploración de aspectos motivacionales y afectivos y la construcción de acuerdos de trabajo, hasta estrategias para entregar retroalimentaciones útiles, significativas y sistemáticas. El libro también asume posición respecto del lenguaje inclusivo de género ( lig ). Algunes autores siguieron el criterio de desdoblar en mas- culino y femenino para términos que refieren a personas, no en todos los casos dadas las limitaciones de economía de lenguaje, sino con cier- tas palabras (como “estudiantes”) y en ciertos pasajes (como las oracio- nes tópicas) clave. Este fue nuestro acuerdo inicial como equipo autoral. Posteriormente, una autora optó por el uso de @, mientras que un autor eligió el femenino como genérico. Finalmente, yo opté por el uso de la -e como morfema para marcar el género gramatical no binario, complemen- tado por desdoblamiento de palabras con -e de género gramatical mascu- lino (como “tutores” y “escritores”) cuando no hay marcas cercanas de
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